lunes, 7 de noviembre de 2011

ANCORA DE SALVACION: Para todo cristiano que de veras desee salvarse



Para todo cristiano que de veras desee salvarse
 
Cada día:
  1. Reza con devoción las oraciones de la mañana y de la noche.
  2. Oye misa y comulga, si te dan lugar tus ocupaciones.
  3. Reza el Santo Rosario con la familia.
  4. Aplícate con gran atención a las obligaciones de tu estado.
  5. No olvides la piadosas prácticas de nuestros padres, como son: Decir el Ave María al dar la hora, rezar el Ángelus Dómini, el De profundis a las ánimas, bendecir la mesa, etc.
  6. Escoge un cuarto de hora para leer algún libro piadoso, por ejemplo, el Año cristiano. Procura que esta lectura se haga en familia.
Cada semana:
  1. Santifica las fiestas, empleándolas más especialmente en el divino servicio: confiésate y comulga; no te contentes con oír misa rezada, antes bien asiste, si puedes, a la mayor o conventual; y a los divinos oficios, sermón, doctrina, rosario, u otra función que hubiere por la tarde.
  2. Abstente en dichos días de todo trabajo servil y toma algún honesto recreo; pero huye de diversiones peligrosas.
  3. Sin dejar la lectura piadosa de cada día, no dejes de leer en algún catecismo explicado
Cada año:
  1. Haz una confesión general, comenzando también desde la última, también general.
  2. Celebra con particular devoción el día de tu cumpleaños y la fiesta del santo de tu nombre y no dejes la misa y comunión en esos días.
En todo tiempo:
  1. Cumple fielmente los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
  2. Llena las obligaciones de tu estado.
  3. Evita las malas compañías, el ocio y toda ocasión de pecar.
  4. Detesta los periódicos malos y ahuyéntalos de tu casa
  5. Profesa cordial devoción a María santísima.


Para los que aspiren a la perfección
 
El que deseare ser más acepto a Dios, fuera de las prácticas que acabamos de indicar, añadirá, según lo sufran sus obligaciones, las siguientes:

Cada día:
  1. Media hora, a lo menos, de oración mental, valiéndose para ello de un buen libro
  2. Oír misa y comulgar.
  3. Un rato de lección espiritual en libros que enseñen con solidez el ejercicio y la práctica de las virtudes cristianas.
  4. Examen general y particular de conciencia.
  5. Alzar con frecuencia el corazón a Dios con devotas aspiraciones.
  6. Practicar alguna mortificación.
Cada semana: Confesarse.

Cada mes: Hacer un día de retiro y dar cuenta de conciencia al confesor.

Cada año: Hacer los Ejercicios, o si esto no se puede, destinar algunos días al retiro y a la meditación y al examen del estado de su alma, con el consejo y dirección del confesor.

En todo tiempo:
  1. Abstenerse de ofender a Dios voluntariamente.
  2. Tener un director fijo, a quien descubra enteramente la conciencia; mas con plena libertad de ir a otro, cuando él no estuviese y siempre que mediare algún motivo razonable.
  3. Tener y observar una distribución diaria del tiempo, aprobada por el discreto director espiritual, en la cual tenga cada cosa su hora fija, atendidas las circunstancias ordinarias; y no alterarla sin justa causa, por más tedio, sequedad o repugnancia que sienta.

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