- Reza con devoción las oraciones de la mañana y de la noche.
- Oye misa y comulga, si te dan lugar tus ocupaciones.
- Reza el Santo Rosario con la familia.
- Aplícate con gran atención a las obligaciones de tu estado.
- No olvides la piadosas prácticas de nuestros padres, como son: Decir el Ave María al dar la hora, rezar el Ángelus Dómini, el De profundis a las ánimas, bendecir la mesa, etc.
- Escoge un cuarto de hora para leer algún libro piadoso, por ejemplo, el Año cristiano. Procura que esta lectura se haga en familia.
- Santifica las fiestas, empleándolas más especialmente en el divino servicio: confiésate y comulga; no te contentes con oír misa rezada, antes bien asiste, si puedes, a la mayor o conventual; y a los divinos oficios, sermón, doctrina, rosario, u otra función que hubiere por la tarde.
- Abstente en dichos días de todo trabajo servil y toma algún honesto recreo; pero huye de diversiones peligrosas.
- Sin dejar la lectura piadosa de cada día, no dejes de leer en algún catecismo explicado
- Haz una confesión general, comenzando también desde la última, también general.
- Celebra con particular devoción el día de tu cumpleaños y la fiesta del santo de tu nombre y no dejes la misa y comunión en esos días.
- Cumple fielmente los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
- Llena las obligaciones de tu estado.
- Evita las malas compañías, el ocio y toda ocasión de pecar.
- Detesta los periódicos malos y ahuyéntalos de tu casa
- Profesa cordial devoción a María santísima.
El que deseare ser más acepto a Dios, fuera de las prácticas que acabamos de indicar, añadirá, según lo sufran sus obligaciones, las siguientes:
Cada día:
Cada día:
- Media hora, a lo menos, de oración mental, valiéndose para ello de un buen libro
- Oír misa y comulgar.
- Un rato de lección espiritual en libros que enseñen con solidez el ejercicio y la práctica de las virtudes cristianas.
- Examen general y particular de conciencia.
- Alzar con frecuencia el corazón a Dios con devotas aspiraciones.
- Practicar alguna mortificación.
Cada semana: Confesarse.
Cada mes: Hacer un día de retiro y dar cuenta de conciencia al confesor.
Cada año: Hacer los Ejercicios, o si esto no se puede, destinar algunos días al retiro y a la meditación y al examen del estado de su alma, con el consejo y dirección del confesor.
En todo tiempo:
Cada mes: Hacer un día de retiro y dar cuenta de conciencia al confesor.
Cada año: Hacer los Ejercicios, o si esto no se puede, destinar algunos días al retiro y a la meditación y al examen del estado de su alma, con el consejo y dirección del confesor.
En todo tiempo:
- Abstenerse de ofender a Dios voluntariamente.
- Tener un director fijo, a quien descubra enteramente la conciencia; mas con plena libertad de ir a otro, cuando él no estuviese y siempre que mediare algún motivo razonable.
- Tener y observar una distribución diaria del tiempo, aprobada por el discreto director espiritual, en la cual tenga cada cosa su hora fija, atendidas las circunstancias ordinarias; y no alterarla sin justa causa, por más tedio, sequedad o repugnancia que sienta.
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