viernes, 14 de octubre de 2011

Santoral Católico 14 de octubre

  • San Calixto I, Papa y Mártir
  • San Justo, Obispo de Lyon
  • San Bucardo, Obispo de Würzburg
  • Santo Domingo Loricato, Confesor
  • Beata Maria Poussepin, Virgen
 Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. 
R. Deo Gratias.

SAN CALIXTO 
Papa y Mártir


† martirizado hacia el año 222


Dad gracias en todo tiempo

y por todo a Dios Padre,
en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
(Efesios, 5, 20)

San Calixto gobernó la Iglesia bajo el reinado del emperador Heliogábalo. Edificó una basílica al otro lado del Tiber, y agrandó las catacumbas situadas sobre la vía Apia que desde entonces llevan su nombre. Opuso el ayuno y las lágrimas a los goces insensatos de los paganos y todo emprendía para extender el reino de Jesucristo. Su celo apostólico fue coronado por el martirio, hacia el año 222, después de cuatro años de pontificado.

MEDITACIÓN
SOBRE LA INGRATITUD

I. Estás obligado a agradecer a Dios por todas las gracias que te ha concedido. ¿Cuántas has recibido? Muchas conoces pero más aun ignoras. ¿Le has agradecido alguna vez que te haya creado, que te haya conservado la vida? Te ha redimido, te ha hecho nacer de padres cristianos, te ha dado riquezas, salud e ingenio. Agradécele todos estos favores. Señor, soy todo vuestro, me ofrezco todo a Vos.

II. La ingratitud ciega la fuente de las gracias. Dios es celoso de su gloria, no permite que le sea sustraída; no agradecerle, es privarlo del honor que se le debe, es obligarlo a que no te conceda lo que después le pidas. Dios mío, os daré gracias no sólo de la prosperidad sino también de la adversidad, pues todo lo que me sucede, excepto el pecado, es efecto de vuestra bondad para conmigo. Somos extrañamente ingratos: no agradecemos a Dios sino cuando nos colma de bienes terrenos, que, sin embargo, a menudo son perjudiciales para nuestra salvación. Aprendamos a agradecer a Dios no sólo en la prosperidad, sino también en la adversidad. (San Gregorio).

III. Hay tres grados en la ingratitud. El primero es olvidar los beneficios; el segundo, devolver mal por bien; el tercero, servirse de los beneficios recibidos para ofender al bienhechor. ¿Cuántas veces no te has servido tú del ingenio, de la salud, de las riquezas o de los talentos que Dios te ha dado, para ofenderle? Si olvidas a Dios cuando te beneficia, Él te enviará aflicciones para volverte al cumplimiento de tu deber. Aprende el orden de la divina Providencia: si no se reconoce a Dios en sus beneficios, se lo reconocerá en sus castigos. (San Cipriano).

Fuente: http://devocioncatolica.blogspot.com/

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