martes, 18 de octubre de 2011

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 18 de octubre de 2011

Lc 10,1-9


+ Continuación del Santo Evangelio según San Lucas (X, 1-9)



Biblia versión Nacar-Colunga
 
(1)  Después de esto, designó Jesús a otros setenta y dos y los envió, de dos en dos, delante de sí, a toda ciudad y lugar adonde El había de venir,  (2)  y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al amo de la mies mande obreros a su mies."  (3)  Id, yo os envío como corderos en medio de lobos.  (4)  No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, y a nadie saludéis por el camino.  (5)  En cualquier casa en que entréis, decid primero: La paz sea con esta casa.  (6)  Si hubiere en ella un hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros."  (7)  Permaneced en esa casa y comed y bebed lo que os sirvieren, porque el obrero es digno de su salario. No vayáis de casa en casa.  (8)  En cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os fuere servido,  (9)  y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros.



Laus tibi, Christe


Biblia versión Torres Amat

Luc 10:1  Después de esto eligió el Señor otros setenta y dos discípulos, a los cuales envió delante de él, de dos en dos. Por todas las ciudades y lugares adonde había de venir él mismo.
Luc 10:2  Y les decía: La mies de la verdad es mucha, mas los trabajadores pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Luc 10:3  Id vosotros, he aquí que yo os envío a predicar como corderos entre lobos.
Luc 10:4  No llevéis bolsillo ni alforja, ni zapatos, ni os paréis a saludar a nadie por el camino.
Luc 10:5  Al entrar en cualquier casa, decid ante todas las cosas: La paz sea en esta casa;
Luc 10:6  que si en ella hubiere algún hijo de la paz, descansará vuestra paz sobre él; donde no, se volverá a vosotros.
Luc 10:7  Y perseverad, en aquella misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan; pues el que trabaja, merece su recompensa. No andéis pasando de casa en casa.
Luc 10:8  En cualquier ciudad que entrareis y os hospedaren, comed lo que os pusieren delante,
Luc 10:9  y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El reino de Dios está cerca de vosotros.


Biblia versión Jünemann


(1) Y después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y envióles de a dos ante su faz, a toda ciudad y lugar a donde había él de ir.  (2)  Y dijo a ellos: «¡La mies, por cierto, mucha! mas los obreros, ¡pocos! Rogad, pues, al señor de la mies, que obreros envíe a su mies.  (3)  Idos, he aquí envíoos como corderos en medio de lobos.  (4)  No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos; y a nadie por el camino saludéis.  (5)  Y en la que entrareis —casa, primero decid: «Paz a esta vivienda».  (6)  Y, si allí hubiere hijo(a) de paz, reposará por sobre él vuestra paz; empero, si no, a vosotros retornará.  (7)  Y en la misma casa quedad, comiendo y bebiendo lo cerca de ellos; pues ¡digno el obrero de su salario! No paséis de casa en casa.  (8)  Y a la ciudad que entrareis y os recibieren— comed lo que se os sirviere,  (9)  y curad los en ella enfermos, y decidles: «Se ha acercado a vosotros el reino de Dios».

Biblia Vulgata (latín)

(1) post haec autem designavit Dominus et alios septuaginta duos et misit illos binos ante faciem suam in omnem civitatem et locum quo erat ipse venturus  (2)  et dicebat illis messis quidem multa operarii autem pauci rogate ergo Dominum messis ut mittat operarios in messem  (3)  ite ecce ego mitto vos sicut agnos inter lupos  (4)  nolite portare sacculum neque peram neque calciamenta et neminem per viam salutaveritis  (5)  in quamcumque domum intraveritis primum dicite pax huic domui  (6)  et si ibi fuerit filius pacis requiescet super illam pax vestra sin autem ad vos revertetur  (7)  in eadem autem domo manete edentes et bibentes quae apud illos sunt dignus enim est operarius mercede sua nolite transire de domo in domum  (8)  et in quamcumque civitatem intraveritis et susceperint vos manducate quae adponuntur vobis  (9)  et curate infirmos qui in illa sunt et dicite illis adpropinquavit in vos regnum Dei

Comentario
CATENA AUREA de Santo Tomás de Aquino
 


Lucas 10:1-2 

Después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir. Y les decía: "La mies ciertamente es mucha, mas los trabajadores son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a ella". (vv. 1-2)

San Cirilo
Había dicho el Señor, por medio de sus profetas, que la predicación del Evangelio no sólo se extendería a todos los pueblos de Israel, sino también a todos los gentiles. Por esto el Señor no sólo escogió doce apóstoles, sino que instituyó también otros setenta y dos. Por lo que se dice: "Y después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos", etc.

Beda
Oportunamente fueron enviados setenta y dos, porque había de predicarse el Evangelio a otras tantas naciones en el mundo. Y así como antes había escogido doce, a causa de las doce tribus de Israel, así ahora éstos son escogidos para enseñar a las gentes de fuera.

San Agustín, de quaest. evang. 2, 14
Como en el espacio de veinticuatro horas la luz recorre e lumina todo el mundo, así la función de ilustrar al universo por el misterio de la Trinidad se confía a setenta y dos discípulos, porque veinticuatro repetido tres veces hace setenta y dos.

Beda
Así como no hay quien dude que los doce apóstoles representaban a los obispos, así estos setenta y dos fueron la figura de los presbíteros (esto es, los sacerdotes de segundo orden). Sin embargo, en los primeros siglos de la Iglesia (como se sabe por tradición apostólica), unos y otros se llaman obispos y presbíteros; el uno significa madurez de sabiduría, y el otro cuidado del cargo pastoral.

San Cirilo
Esto ya lo había prefigurado Moisés, eligiendo setenta por orden de Dios (Núm 11), a quienes Dios infundía su divino Espíritu. También se dice en el libro de los Números (Núm 33), que los hijos de Israel vinieron a Elim (que quiere decir ascenso), y encontraron allí doce fuentes de agua viva y setenta palmeras. Aspirando nosotros así al ascenso espiritual, encontraremos doce fuentes (esto es, los santos apóstoles, de quienes sacamos la ciencia de la salvación, como de la fuente del Salvador), y setenta palmeras, es decir, éstos que ahora son destinados por Cristo. Es la palmera un árbol de buena médula, profunda raíz, fértil, y que siempre se cría junto a las aguas; es también alta y extiende hacia arriba sus ramas.
Prosigue: "Y los envió de dos en dos".

San Gregorio, hom. 17, in Evang
Los mandó así, porque dos son los preceptos de la caridad: el amor de Dios y el del prójimo; y entre menos de dos no puede haber caridad. Esto nos indica que, quien no tiene caridad con sus hermanos, no debe tomar el cargo de predicador.

Orígenes
Así como los doce apóstoles fueron nombrados de dos en dos, como en el catálogo de ellos demuestra San Mateo, así que sirviesen también de dos en dos a la palabra de Dios parece que es antiguo. Sacó el Señor a Israel de Egipto por medio de Moisés y Aarón (Ex 12); Josué y Caleph, unidos, apaciguaron al pueblo sublevado por doce exploradores (Núm 13;14). Por lo que se dice: "Un hermano ayudado por otro es como una ciudad fortificada" (Pro_18:19).

San Basilio
También dio a entender aquí que, si algunos son iguales en dones espirituales, esto no dejará que prevalezca en ellos la pasión de la opinión propia.

San Gregorio in Evang. hom. 17
Se añade muy oportunamente: "Delante de El, a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir". El Señor sigue a sus predicadores. La predicación prepara y entonces el Señor viene a vivir en nuestra alma, cuando preceden las palabras de la exhortación y la verdad se recibe así en la mente. Por esto dice Isaías a los predicadores (Isa_40:3): "Preparad los caminos del Señor, enderezad las sendas que a El conducen".

Teofilato
El Señor había designado discípulos a causa de la multitud que necesitaba de instructores. Porque así como nuestros campos, cuando están espigados, necesitan muchos espigadores, así los que habían de creer, como eran innumerables, necesitaban de muchos doctores. Por lo que sigue: "La mies ciertamente es mucha".

Crisóstomos
Y ¿cómo llama mies a lo que aún no ha nacido? Todavía no ha arado, ni ha abierto surcos y ya habla de las mieses. Podían, pues, los discípulos vacilar, meditar entre sí y decir: ¿Cómo será posible que nosotros, tan pocos en número, podamos convertir a todo el mundo; los sencillos a los sofistas, los desnudos a los vestidos, los súbditos a los que dominan? Para que no se turbasen con la reflexión de todo esto, llama al Evangelio mies, como diciendo: Todo está preparado. Os envío a la recolección ya preparada de frutos; en el mismo día podéis sembrar y coger. Así como el colono disfruta viendo el estado de sus mieses, así vosotros debéis salir mucho más contentos al mundo; porque ésta es la mies y yo os presento los campos ya preparados.

San Gregorio, ut supra
Pero no sin tristeza podemos decir lo que sigue: "Los trabajadores son pocos". Porque, aun cuando hay muchos que oyen, hay muy pocos que predican. El mundo está lleno de sacerdotes, pero en la siega del Señor son pocos los que se ocupan, pues aceptamos el cargo sacerdotal pero no cumplimos los deberes de este cargo.

Beda
Así como la abundancia de mies es toda la turba de los creyentes, así los pocos operarios son los apóstoles y los imitadores de ellos, que son enviados a la mies.

San Cirilo
Como los campos dilatados exigen mayor número de trabajadores, así la multitud de los que habían de creer en Cristo. Por lo que prosigue: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a su mies". Obsérvese que cuando dijo: "Rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies", los envió El después. Luego El es el Señor de la mies, y por El y con El Dios Padre lo domina todo.

Crisóstomo, hom. 33, in Matth
Después los multiplicó, no añadiendo al número, sino dándoles poder. Insinúa que es un gran don que se envíen operarios a la mies divina, por eso dice que debe rogarse al Señor de la mies.

San Gregorio, in Evang. hom. 17
Por esto debe invitarse a los súbditos a que rueguen por sus pastores para que trabajen dignamente y su lengua no cese de exhortar. Muchas veces la lengua de los predicadores se restringe por su indignidad; pero otra gran culpa de los súbditos es que se retire la palabra de la predicación a quienes los gobiernan.

Lucas 10:3-4 

"Id: he aquí que yo os envío, como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino". (vv. 3-4)

San Cirilo
Dice San Lucas a continuación que los setenta discípulos aprendieron de Cristo la erudición apostólica, la modestia, la inocencia, la equidad. Aprendieron a no preferir cosa alguna del mundo a las santas predicaciones y a aspirar de tal modo a la fortaleza del alma que no temiesen ningún terror, ni la misma muerte. Por lo que dice: "Id".

Crisóstomo, in Mat. hom. 34
La virtud del que los enviaba era su consuelo en todos los peligros. Por ello dice: "He aquí que yo os envío". Como si dijese: Esto basta para vuestro consuelo, esto es suficiente para esperar y no temer los males que puedan sobrevenir; lo que significa cuando añade: "Como corderos entre lobos".

Isidoro Abad
Dando a conocer la sencillez y la inocencia de los discípulos, pues no llama corderos, sino cabritos, a los que son irascibles e injurian a la naturaleza con sus excesos.

San Ambrosio
Son contrarios entre sí estos animales, por lo que son devorados unos por otros, esto es, los corderos por los lobos. Pero el buen Pastor no quiere que su rebaño tema a los lobos. Por tanto, estos discípulos no fueron enviados como presa, sino a extender la gracia; pues la solicitud del buen Pastor hace que los lobos nada puedan emprender contra los corderos. Luego envía a los corderos entre los lobos para que se realizara aquella profecía: "Entonces los lobos y los corderos se apacentarán juntos" (Isa_65:25).

Crisóstomo hom. 14
Esto fue indicio manifiesto del gran triunfo, que, estando los discípulos rodeados de enemigos, como los corderos lo están de los lobos, sin embargo los convirtiesen.

Beda
O llama especialmente lobos a los escribas y a los fariseos, que son los sacerdotes de los judíos.

San Ambrosio
O los herejes se deben comparar a los lobos, pues los lobos son fieras que acechan los rediles y merodean cerca de las casas de los pastores. No se atreven a penetrar en ellas, pero exploran el sueño de los perros y aprovechan la ausencia o la torpeza de los pastores para acometer a la garganta de las ovejas y ahogarlas inmediatamente. Son fieros, rapaces, rígidos de cuerpo por naturaleza, de modo que no pueden retornar fácilmente. Son llevados por cierto ímpetu propio y por eso se les burla muchas veces. Si ven antes a algún hombre, el instinto natural los lleva a ahogar su voz; pero si el hombre los ve a ellos antes, temen ser rechazados. Así los herejes asedian los rediles de Jesucristo. Aúllan junto a las casas de noche, porque es siempre de noche para los pérfidos, que oscurecen la luz de Cristo con las nubes de sus falsas interpretaciones. Sin embargo, no se atreven a penetrar en los rediles de Cristo y por ello no son sanados como aquel que fue curado en el establo, cuando cayó en manos de los ladrones. Acechan en ausencia de los pastores, porque estando ellos presentes, no se atreven a acometer a las ovejas de Cristo. Son duros y rígidos por su mala intención, y no acostumbran dejar sus propios errores, a quienes Cristo, verdadero intérprete de la Sagrada Escritura, burla, para que en vano derramen sus ímpetus y no puedan dañar. Si previenen a alguno con los artificios de su disputa, lo hacen enmudecer; pues mudo es el que no confiesa la palabra de Dios con la gloria que le es propia. Guárdate, pues, de que el hereje te quite la voz, si no le sorprendes primero, porque serpea mientras su perfidia está oculta. Mas si conoces las ficciones de su impiedad, no tendrás que temer la pérdida de la voz piadosa. Invaden la garganta y hieren los órganos vitales mientras atentan contra el alma. Si oyes también que alguno se dice sacerdote y conoces su rapiñas, quede claro que es oveja en el exterior y lobo por dentro, que desea satisfacer su rabia con crueldad insaciable de matanza humana.

San Gregorio, hom. 17, in Evang
Muchos hay que cuando reciben el cargo de pastores se enardecen para desgarrar a sus súbditos y hacerles sentir el terror de su poder. Y como no tienen entrañas de caridad, quieren mostrarse señores y no se reconocen padres, mudando la humildad en orgullo de dominación. Contra todo lo cual debemos considerar que somos enviados como corderos en medio de los lobos, para que guardando el candor de la inocencia, evitemos la mordedura de la malicia. El que se dedica a predicar no debe hacer mal, sino sufrirle; y si el celo de la justicia exige que alguna vez proceda contra sus súbditos, debe amar interiormente a aquellos que castiga y parece perseguir exteriormente. Entonces el pastor aparecerá como tal, cuando no pone su alma bajo el pesado yugo de la codicia terrena. Por lo que sigue: "No llevéis bolsa, ni alforja".

San Gregorio Nacianceno Orat. 1
El resumen de todo esto es que deben ser tan virtuosos, que el Evangelio se propague no menos por el modelo de su vida que por su palabra.

San Gregorio, ut sup
Tanta debe ser la confianza que el predicador ha de tener en Dios que, aunque no tenga lo necesario para vivir, no debe fijarse siquiera en si esto le falta, no sea que, mientras se ocupa en las cosas de la tierra, no cuide del bien eterno de los demás.

San Cirilo
Así, pues, había mandado no tener cuidado de su misma persona, cuando dijo: "Os envío como corderos entre lobos". Ni concedió tampoco que anduviesen solícitos acerca de las cosas extrínsecas para el cuerpo, cuando dijo: "No llevéis bolsa, ni alforja". Ni aún les permitió llevar algo de lo que no está unido al cuerpo. Por lo que añade: "Ni calzado". No les prohibió solamente que llevasen bolsa y alforja, sino también todo cuidado o distracción, aún para saludar al que encontrasen; por lo que añade: "Ni saludéis a ninguno en el camino". Lo que antes dijo también Eliseo. Como si dijera: "Id rectos a vuestra obra, sin cambiar saludos", porque es un daño emplear en vano el tiempo de la predicación, a excepción de las cosas necesarias.

San Ambrosio
No prohibió esto el Señor porque le desagradasen las obras de benevolencia, sino porque le agradaba más la intención de proseguir su obra.

San Gregorio Nacianceno
Les mandó también esto el Señor en honor a la palabra; para que no pareciese que podían ser ya accesibles a las adulaciones, quiso que no se cuidasen de las palabras ajenas.

San Gregorio, ut supra
Si se quiere considerar esto como una alegoría, diremos también que el dinero encerrado en la bolsa representa la sabiduría oculta. El que tiene la sabiduría y no quiere hacer participante de ella a su prójimo, la tiene como encerrada en un saco. Por alforja se entienden los cuidados de la vida; por el calzado, los ejemplos de las obras de los muertos. El que toma, pues, a su cargo la predicación, no debe cuidarse de las cosas mundanas; no sea que, preocupándose demasiado por ellas, no pueda elevarse a la predicación de la celestial doctrina. Ni debe fijarse tampoco en los ejemplos de las obras de los necios, para que no crea proteger sus actos con pieles muertas, y que, viendo a los otros obrar así, piense que puede hacer lo mismo.

San Ambrosio
El Señor nos quiere desprender de todo lo terreno; por esto mandó a Moisés que se descalzase, cuando había de enviarle a libertar a su pueblo (Ex 3). Mas si alguno desea saber por qué se mandó a los israelitas que comiesen el cordero de pie y con el calzado puesto, al salir de Egipto (Ex 12), mientras que a los apóstoles se les manda ir a predicar el Evangelio sin calzado, ha de considerar que el que está en Egipto debe temer todavía la mordedura de la serpiente, porque el veneno abunda en Egipto; y el que celebra la Pascua figurativa puede ser herido, mientras que el ministro de la verdad no teme los venenos.

San Gregorio
Todo el que saluda en el camino saluda por la ocasión del viaje, no por el celo de desear la salud. Aquel, pues, que predica, no por amor de la vida eterna, sino por la ambición de los premios que pueden ofrecerle los oyentes, se parece al que saluda en el camino, porque desea la salvación a los oyentes con ocasión, no con intención.

Lucas 10:5-12 

"En cualquier casa que entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa: y si hubiere allí hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz, y si no, se volverá a vosotros. Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan: porque el trabajador es digno de su salario. No paséis de casa en casa. Y en cualquier ciudad en que entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas si en la ciudad en que entrareis no os recibieren, saliendo por sus plazas, decid: Hasta el polvo, que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros; sabed, no obstante, que se ha acercado el reino de Dios. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma, que para aquella ciudad". (vv. 5-12)

Crisóstomo in Epis. ad Col. 3
La paz es la madre de todos los bienes; sin ella todos los demás bienes son inútiles. Por ello el Señor mandó a sus discípulos que cuando entrasen en alguna casa, inmediatamente invocasen la paz sobre ella, como señal de los demás beneficios que venían a traer, diciéndoles: "En cualquier casa que entrareis, primeramente decid: paz sea a esta casa".

San Ambrosio
Esto es, debemos anunciar la paz y procurar que se celebre nuestra entrada con la bendición de la paz.

Crisóstomo, in Epis. ad Col. 3 et in Sal. 124
Por esto el Pontífice le da a la Iglesia diciendo: "La paz sea con vosotros". Los santos imploran la paz, no sólo la que existe entre los hombres, sino la que debe existir dentro de nosotros mismos. Porque muchas veces llevamos la guerra en nuestro corazón, nos afligimos sin que nadie nos ofenda y se levantan contra nosotros los malos deseos.

Tito Bostrense
Dice, pues: "Paz sea a esta casa". Esto es, a los que habitan en esta casa. Como diciendo: Hablad a todos, a los grandes y los pequeños; sin embargo, vuestro saludo no será dirigido a los indignos. Por lo que sigue: "Y si hubiese allí hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz". Como diciendo: Vosotros pronunciaréis la palabra y Yo aplicaré la paz al que juzgue digno de ella. Y si no hubiere ninguno digno, no seréis defraudados, ni se perderá la gracia de vuestras palabras, sino que volverá a vosotros. Por eso añade: "Y si no se volverá a vosotros".

San Gregorio
La paz que se ofrece por el predicador, o descansa en la casa, si en ella hay algúno que esté presto para oírla y sigue la palabra celestial que oye; o si ninguno quiere oírla, el predicador no quedará sin fruto, porque la paz volverá sobre él, como una recompensa que el Señor le da por el trabajo de su obra. Mas si se recibe nuestra paz, entonces somos acreedores a que se nos recompense por aquéllos a quienes facilitamos el camino de la gloria. Por lo que prosigue: "Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan". He aquí que El mismo, que prohibió llevar bolsas y alforjas, nos permite percibir estipendio y alimentos por la predicación.

Crisóstomo, ut supra
Mas para que alguno no diga: "Consumo mis bienes preparando la mesa a los forasteros", primero hace que aquél al entrar te ofrezca el don de la paz, al cual nada iguala, para que sepas que recibes más de lo que das.

Tito Bostrense
O de otro modo: Puesto que no estáis constituidos jueces de los que son dignos o indignos, comed y bebed lo que os ofrezcan y dejadme a mi el examen de los que os reciben; a no ser que conozcáis que allí no hay hijo de paz, porque entonces tal vez debéis retroceder.

Teofilato
Ved cómo ordenó a sus discípulos que pidiesen limosna y que tuviesen su alimento por salario; pues se añade: "Porque el trabajador es digno de su salario".

San Gregorio in Evang. hom. 17
Los alimentos que sustentan al obrero son ya una parte de su salario, de suerte que aquí se empiece la gracia del trabajo de la predicación, que se completa allí con la visión de la verdad. En lo que debe considerarse que se ofrecen dos premios a nuestro trabajo: uno en esta vida, que nos sustenta en el trabajo; otro en la patria, que nos remunera en la resurrección. La recompensa que en esta vida se recibe debe alentarnos para merecer con más seguridad la otra. El verdadero predicador no debe predicar con el fin de recibir la recompensa de esta vida, sino recibir la recompensa para poder predicar. Todo el que predica con el solo fin de la alabanza o de la recompensa de este mundo, se priva de la del cielo.

San Ambrosio
Se añade otra virtud: no andar de casa en casa con vaga facilidad; pues sigue: "No paséis de casa en casa". Esto es, que seamos constantes en la hospitalidad y no disolvamos fácilmente los vínculos de la amistad.

Beda
Después de haber hablado de cómo deben portarse sus discípulos en las casas, pasa ahora a enseñarles cómo deben portarse en las ciudades. A saber, comunicar en todo con los piadosos y apartarse enteramente de la sociedad de los impíos. Por lo que prosigue: "Y en cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os pusieren delante".

Teofilato
Aún cuando sea poco y vil lo que allí se encuentre, no pidáis más. Díceles también que, obrando milagros, atraigan a los hombres a sus predicaciones. Por lo que añade: "Y curad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios". Porque si curáis primero y después enseñáis, vuestra predicación producirá sus frutos y los hombres creerán que se aproxima el reino de los cielos, pues no se curarían si esto no lo hiciese alguna virtud divina. Además, cuando se curan en cuanto al alma, se acerca a ellos el reino de Dios, el cual está lejos de aquél a quien domina el pecado.

Crisóstomo, in Mat. hom. 33
Observa la dignidad de los apóstoles. No se les advierte que lleven cosa alguna material como a Moisés y a los profetas (esto es, bienes terrenos), sino cosas nuevas y admirables, esto es, el reino de los cielos.

San Máximo
Dice "se acercó", no para demostrar la brevedad del tiempo, porque el reino de Dios no viene con advertencia; sino que demuestra la disposición de los hombres para recibir el reino de Dios, el cual está en potencia en todos los que creen, y en acto en los que desprecian la vida corporal y eligen sólo la espiritual. Estos son los que pueden decir: "No soy yo quien vivo, sino Cristo que vive en mí" (Gál_2:20).

San Ambrosio
Después les dice que deben sacudir el polvo de sus pies, cuando en alguna ciudad crean que no se les quiere recibir, diciéndoles: "Mas en la ciudad en que entrareis, si no os recibieren, sacudid el polvo", etc.

Beda
O para hacer constar el trabajo físico, que vanamente se tomaron por ellos, o para demostrar que hasta tal punto no buscan nada terreno de ellos, que ni el polvo de su tierra quieren que se les pegue. O por los pies se significa el trabajo y la marcha de la predicación, y el polvo que los cubre representa la ligereza de los pensamientos terrenos, de la cual no se ven libres ni aún los más grandes doctores. Aquellos, pues, que despreciaren la doctrina, los trabajos y los peligros de los que les enseñan, se exponen al testimonio de su condenación.

Orígenes
Sacudiendo contra ellos el polvo, les dicen en cierto modo: "El polvo de vuestros pecados con razón vendrá sobre vosotros". Y obsérvese que todas aquellas ciudades que no reciben a los apóstoles, ni su celestial doctrina, tienen plazas, según estas palabras: "Ancho es el camino que conduce a la perdición" (Mat_7:13).

Teofilato
Y así como a los que reciben a los apóstoles se dice que se acerca el reino de Dios para su beneficio, así se dice para perjuicio de los que no los reciban. Por esto añade: "Esto no obstante, sabed que se os acerca el reino de Dios". Como sucede cuando viene un rey a una ciudad, que viene para bien de unos y para mal de otros. Por lo que tratando de su castigo, añade: "Os digo, en verdad, que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma", etc.

Eusebio
Porque en la ciudad de Sodoma los ángeles no carecieron de hospitalidad, sino que Loth fue considerado como digno de recibirlos (Gén 19).1 Si, pues, a la llegada de los discípulos, no hay uno siquiera en la ciudad que los reciba, ¿cómo no será peor que la ciudad de Sodoma? Este lenguaje les enseñaba a abrazar con confianza la regla de la pobreza, pues no podía existir ciudad, villa ni aldea, sin algún habitante amigo de Dios. Ni Sodoma subsistiría, no hallándose en ella Loth; por eso, apenas la abandonó, pereció toda de repente.

Beda
Los sodomitas mismos, aunque fueron hospitalarios en medio de los desórdenes de la carne y del alma, sin embargo, no se hallaron entre ellos huéspedes como los apóstoles; pues aunque Loth era justo en su proceder y en su trato (2Pe_2:3), no se dice que hubiera enseñado ni obrado prodigios.

No hay comentarios.: