domingo, 30 de junio de 2013

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 30 de junio de 2013

 DOMINGO SEXTO DESPUÉS DE PENTECOSTES

Epistola del Apóstol San Pablo a los Romanos (VI, 3-11)

(3)  ¿O ignoráis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?
(4)  Con El, pues, hemos sido sepultados por el bautismo en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida.
(5)  Porque, si han sido hechos una misma cosa con El por la semejanza de su muerte, también lo seremos por la de su resurrección;"
(6)  pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado con El, para que fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no sirvamos al pecado.
(7)  En efecto, el que muere, queda absuelto de su pecado.
(8)  Si hemos muerto con Cristo, también viviremos con El;"
(9)  pues sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre El.
(10)  Porque muriendo, murió al pecado una vez para siempre; pero viviendo, vive para Dios."
(11)  Así, pues, también vosotros haced cuenta de que estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

 


+ Continuación del Santo Evangelio según San Marcos (VIII, 1-9)

Biblia versión Nacar-Colunga




(1)  Agolpándose sobre El la muchedumbre para oír la palabra de Dios, y hallándose junto al lago de Genesaret,
(2)  vio dos barcas que estaban al borde del lago; los pescadores, que habían bajado a ellas, lavaban las redes."
(3)  Subió, pues, a una de las barcas, que era la de Simón, y le rogó que se apartase un poco de tierra, y, sentándose, desde la barca enseñaba a las muchedumbres.
(4)  Así que cesó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro y echad vuestras redes para la pesca.
(5)  Simón le contestó y dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada; mas, porque tú lo dices, echaré las redes."
(6)  Haciéndolo, tomaron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se rompían,
(7)  e hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron, y llenaron las dos barcas, tanto que se hundían.
(8)  Viendo esto Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador.
(9)  Pues así él como todos sus compañeros habían quedado sobrecogidos de espanto ante la pesca que habían hecho,
(10)  e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Dijo Jesús a Simón: No temas; en adelante vas a ser pescador de hombres."
(11)  Y, atracando a tierra las barcas, lo dejaron todo y le siguieron.


Laus tibi Christe 



Biblia versión Jünemann

(1)  En aquellos días, otra vez, habiendo mucha turba, y no teniendo ellos qué comer, llamando a sí sus discípulos, díceles:
(2)  «Lastímome de la turba, pues ya días tres permanecen aquí, y no tienen qué comer.
(3)  Y, si les despidiere ayunos a su casa, desfallecerán en el camino; y algunos de ellos de lejos son».
(4)  Y respondiéronle sus discípulos: que «¿de dónde a éstos podrá alguien aquí hartar de panes en el páramo?»
(5)  Y preguntóles: «¿Cuántos tenéis —panes?» Y ellos dijeron: «Siete».
(6)  Y significó a la turba echarse sobre la tierra: y tomando los siete panes, agradeciendo partió, y daba a sus discípulos para servir, y sirvieron a la turba.
(7)  Y tenían pececillos pocos; y, bendiciéndolos, dijo también éstos servir.
(8)  Y comieron y hartáronse, y alzaron las sobras de los pedazos; siete espuertas.
(9)  Y eran como cuatro mil. Y despidióles.


Biblia Vulgata (latín)
(1)  in illis diebus iterum cum turba multa esset nec haberent quod manducarent convocatis discipulis ait illis
(2)  misereor super turba quia ecce iam triduo sustinent me nec habent quod manducent
(3)  et si dimisero eos ieiunos in domum suam deficient in via quidam enim ex eis de longe venerunt
(4)  et responderunt ei discipuli sui unde istos poterit quis hic saturare panibus in solitudine
(5)  et interrogavit eos quot panes habetis qui dixerunt septem
(6)  et praecepit turbae discumbere supra terram et accipiens septem panes gratias agens fregit et dabat discipulis suis ut adponerent et adposuerunt turbae
(7)  et habebant pisciculos paucos et ipsos benedixit et iussit adponi
(8)  et manducaverunt et saturati sunt et sustulerunt quod superaverat de fragmentis septem sportas
(9)  erant autem qui manducaverunt quasi quattuor milia et dimisit eos


Comentario de Santo Tomás de Aquino
a la Espístola a los romanos


Lección 1º - Romanos 6, 1-5.
 
A la pregunta de si se debe permanecer en el pecado para que la gracia abunde y de si satisfaciendo lo menos posible hay que perseverar en los pecados, enseña de qué modo estamos muertos al pecado, y cómo reproducimos a Cristo en nosotros mediante el Bautismo.
 1. ¿Qué diremos, pues? ¿Permaneceremos en el pecado para que la gracia abunde? De ninguna manera.
 2. Pues si estamos muertos al pecado ¿cómo viviremos todavía en él?
 3. ¿Ignoráis acaso, hermanos, que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados?
 4. Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados júnto con El en la muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida.
 5. Pues si hemos sido injertados en la semejanza de su muerte, lo seremos también en la de su resurrección.


 Habiendo mostrado el Apóstol que por la gracia de Cristo nos libramos del pecado pasado, tanto el introducido por el primer hombre, como también el que abunda por la Ley, aquí enseña que por la gracia de Cristo nos es dado el poder de oponernos a los pecados futuros. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero plantea la cuestión sacada de las premisas; luego la resuelve: De ninguna manera. Pues si estamos, etc.

 Arriba dijo ya que donde abundó el delito sobreabundó la gracia, lo cual podría alguien mal interpretar, como si la abundancia del delito fuese la causa de la sobreabundancia de las gracias; y por eso plantea la cuestión diciendo: ¿Qué diremos, pues? ¿Acaso hemos de permanecer en el pecado para que abunde la gracia? Lo cual ciertamente habría que decir si la abundancia del delito fuese la causa de la gracia abundante y no sólo la ocasión, como está dicho arriba. De aquí que también arriba dice el Apóstol: Y ¿por qué no, según nos calumnian, y como algunos afirman que nosotros decimos: hagamos el mal para que venga el bien? (Rm 3,8). A los impíos todo les sale prósperamente y la pasan bien todos los que prevarican y obran mal (Jr 12,1). En seguida, cuando dice: De ninguna manera, etc., resuelve la exótica cuestión. Y primero da la razón de por qué no debemos permanecer en el pecado; Lego concluye haciendo la debida exhortación: No reine, pues, el pecado, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, dar la razón de por qué no se debe permanecer en el pecado; la segunda, mostrarnos que no tenemos el derecho de permanecer bajo el pecado: sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado (Rm 6,6).

 Acerca de lo primero da la siguiente razón: Si estamos muertos al pecado, no debemos vivir en él; es así que estamos muertos al pecado; luego no debemos vivir en pecado. Y acerca de esto hace cuatro cosas. La primera, indicar la condicional; Ja segunda, probar el antecedente: ¿Ignoráis acaso, hermanos?; la tercera, sacar la consecuencia: a fin de que como Cristo, etc.; la cuarta, probar la necesidad de la consecuencia: Pues si hemos sido injertados, etc. 
Así es que primeramente dice De ninguna manera, o sea, que no se debe permanecer en el pecado con la intención de que la gracia abunde, porque, como se dice en ei Eclesiástico (15,21), A ninguno ha mandado Dios obrar impíamente; y la razón de esto es que pues si estamos muertos al pecado, precisamente porque el pecado ha sido muerto en nosotros, ¿cómo viviremos todavía en él? Pues no está dentro del orden natural de las cosas que de la muerte se vuelva a la vida. No vuelvan a vivir los que murieron ya (Is 26,14). Lavé mis pies, ¿y me los he de volver a ensuciar? (Cant 5,3). En seguida, cuando dice: ¿Ignoráis acaso, hermanos? prueba el antecedente, a saber, que los fieles están muertos al pecado. Y primero indica el intermediario para probar su tesis; luego, presenta el intermediario traído de fuera: Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados júnto con El, etc. Así es que primero dice: ¿Ignoráis acaso?, como si dijera: lo que se os está proponiendo es de tal manera manifiesto que no os es lícito ignorarlo (El que ignore será ignorado: 1Co 14,38), porque cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús: lo cual se entiende de triple manera. De una, según la institución de Jesucristo. Enseñad a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19). De una segunda, por la invocación de Jesucristo. En el nombre de Jesucristo hombres y mujeres se bautizaron (Ac 8,12). De una tercera, en Cristo Jesús, esto es, en cierta conformidad con Cristo Jesús. Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis vestidos de Cristo (Gal 3,27). En su muerte fuimos bautizados, esto es, en semejanza de su muerte, como reproduciendo en nosotros la muerte misma de Cristo. Siempre llevamos por doquiera en el cuerpo la muerte de Jesús (2Co 4,10). Las señales de Jesús las llevo yo en mi cuerpo (Gal 6,17). O bien, en su muerte, esto es, por la virtud de su muerte. Nos lavó de nuestros pecados (Ap 1,5). Por lo cuai del costado de Cristo pendiente de la cruz, después de su muerte fluyó sangre y agua, como leemos en Jn 19,34. Y así como nos amoldamos a su muerte, por cuanto morimos al pecado, así El mismo murió a la vida mortal, en la cual había semejanza de pecado, aun cuando no hubiese ahí pecado. Luego cuantos hemos sido bautizados hemos muerto al pecado.

 En seguida, cuando dice: Por eso fuimos sepultados, etc., prueba el intermediario señalado, a saber, que todos nos bauticemos en conformidad con la muerte de Cristo, diciendo: Por eso fuimos, mediante el bautismo, sepultados júnto con El en la muerte; como si dijera que la sepultura no es sino para los muertos. Dejad a los muertos enterrar a los muertos (Mt 8,22). Ahora bien, mediante el bautismo los hombres son sepultados en Cristo, o sea, se conforman a su sepultura. Porque así como el que es sepultado es puesto debajo de tierra, así también el que es bautizado es sumergido bajo el agua. De aquí que en el bautismo se hagan tres inmersiones, no sólo por la fe en la Trinidad sino también en representación de los tres días de la sepultura de Cristo. Y así como los tres días de sepultura no hacen sino una sola sepultura, así también las tres inmersiones no hacen sino un solo bautismo. De aquí también que el sábado santo se celebre en la 1glesia el bautismo solemne al conmemorar la sepultura de Cristo, así como también en la vigilia de Pentecostés, que se solemniza por el Espíritu Santo, por cuya virtud recibe el agua del bautismo la virtud de limpiar, como se dice en Jn 3,5: Quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de Dios. Mas débese considerar que corporalmente primero se muere uno y luego es sepultado; pero espiritualmente la sepultura del bautismo causa la muerte del pecado, porque los sacramentos de la nueva ley realizan lo que significan. Por lo cual, como la sepultura, que se efectúa mediante el bautismo, es el signo de la muerte del pecado, realiza la muerte en el bautizado. Y .por esto se dice que somos sepultados en la muerte; para que por el hecho mismo de que recibimos en nosotros el signo de la sepultura de Cristo, aceptemos la muerte al pecado. 
 En seguida, cuando dice: a fin de que como Cristo, infiere la consecuencia, a saber, que no debemos vivir en pecado, pues a esto nos lleva la semejanza de la resurrección de Cristo, diciendo: a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gracia del Padre, esto es, por el poder del Padre, por el cual el propio Padre es glorificado, según aquello del Salmo 56,9: Ea, levántate, gloria mía, etc., así también nosotros caminemos en novedad de vida, esto es, caminemos con buenas obras de vida. Porque la vida del pecado es de vetustez porque nos lleva a la corrupción. Lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desaparecer (Hebr 8,13). Por lo cual también se dice en Bar 3,10-11: ¿Cuál es el motivo, oh 1srael, de que estés en tierra de enemigos, y de que hayas envejecido en país extranjero? De aquí que por novedad de vida se entiende también aquella por la cual recobra uno la integridad, para estar sin pecado: Para que se renueve tu juventud como la del águila (Ps 102,5). Renovaos en el espíritu de vuestra mente (Ef 4,23).

 En seguida, cuando dice: Pues si, prueba la necesidad de la consecuencia. Porque después de haber sido muerto. Cristo resucitó; por lo cual conviene que quienes se conforman a Cristo en cuanto a la muerte en el bautismo, se conformen también a su resurrección por la inocencia de vida. Y esto lo dice así: Pues si hemos sido injertados en la semejanza de su muerte, esto es, si asumimos en nosotros la semejanza de su muerte, para incorporarnos a El como la rama que se injerta en la planta, que nosotros, como injertados en la propia pasión de Cristo, lo seamos también en su resurrección, o sea, injertados en su semejanza, para que en lo presente vivamos con inocencia, y en lo futuro alcancemos una gloria semejante. El cual transformará nuestro vil cuerpo, y le hará conforme al suyo glorioso (Ph 3,21). Si hemos muerto con él, también con él viviremos (2 Tim 2,2). De modo que así como el Apóstol mediante la semejanza de la muertede Cristo demostró que estamos muertos al pecado, cosa que había enunciado como antecedente; así, mediante la semejanza de su resurrección, demostró que no debemos vivir en pecado, lo cual asentó más arriba como consecuencia. 

Lección 2º - Romanos 6, 6-11.

Enseña que por estar crucificado nuestro hombre viejo no tenemos derecho de permanecer en el pecado sino de vivir en Dios y en Cristo.

 6. Sabiendo que nuestro hombre viejo fue de una vez crucificado para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
 7. Pues el que murió, justificado está del pecado.
 8. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que viviremos también con El,
 9. Sabiendo que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere; la muerte no puede ya tener dominio sobre El.
 10. Su muerte al pecado fue un morir para siempre; mas su vida la vive para Dios.
 11. Así también vosotros teneos por muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. 

Habiendo mostrado el Apóstol que no debemos permanecer en el pecado, puesto,que hemos muerto al pecado por el bautismo, aquí enseña que hay en nosotros el poder de guardar tal exigencia. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero enuncia lo que pretende; luego explica su proposición: Pues el que murió, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero indica el beneficio que hemos conseguido; luego, el efecto de ese beneficio: para que el cuerpo del pecado sea destruido, etc. Así es que primero dice: Explicado está que debemos caminar en novedad, o sea, absteniéndonos del pecado. Y para que nadie diga que esto sea imposible, asegura que sabemos muy bien que nuestro hombre viejo, o sea, la vetustez del hombre introducida por el pecado, júntamente con Cristo, fue crucificado, esto es, por la cruz de Cristo es destruido, porque, como arriba se dijo, la vetustez del hombre fue introducida por el pecado en cuanto por el pecado se corrompe el bien de la naturaleza. La cual vetustez empieza en el hombre cuando se sujeta el hombre al pecado. Y como lo que es principal en el hombre se puede decir que es e¡ propio hombre, de aquí que en aquel que se sujeta al pecado la propia vetustez del pecado se dice que es el hombre viejo. Ahora bien, por vejez del pecado se puede entender o bien el propio pecado, o la mancha de los pecados actuales, o bien a la vez la costumbre de pecar, la cual trae consigo cierta necesidad de pecar; o también el propio fomes del pecado proveniente del pecado del primer padre. Y de esta manera se dice que nuestro hombre viejo está crucificado júnto con Cristo en cuanto dicha vetustez desaparece por la virtud de Cristo. O bien porque totalmente es suprimida, así como totalmente se suprime en el bautismo el delito y la mancha del pecado. O bien porque disminuye su fuerza como fuerza del fomes, o también de la costumbre de pecar. Habiendo cancelado la escritura presentada contra nosotros, la cual con sus ordenanzas nos era adversa, la quitó de en medio al clavarla en la cruz (Co 2,14).

 En seguida, cuando dice: para que el cuerpo dsi pecado sea destruido, indica un doble efecto del predicho beneficio, siendo el primero la supresión de los precedentes delitos. Y esto lo dice así: para que el cuerpo del pecado sea destruido. Porque se llama cuerpo del pecado el propio conjúnto de las malas obras, así como el propio conjúnto de los miembros forma un solo cuerpo natural. Su cuerpo es como los escudos fundidos de bronce, etc. (Jb 41,6). Y el segundo efecto es que no: guardemos de los pecados para el futuro; y esto lo agrega diciendo: a fin de que no sirvamos más al pecado, porque el hombre le sirve al pecado cuando obedece a la concupiscencia del pecado por el consentimiento y la ejecución corporal. Todo el que comete pecado es esclavo del pecado (Jn 8,34).

 En seguida cuando dice: Pues el que murió, etc., expiica lo que dijera. Y lo primero en cuanto al primer electo; lo segundo en cuanto al segundo: Y si hemos muerto con Cristo, etc. Acerca de lo primero débese considerar que la masa de los pecados es destruida cuando se perdonan los pecados del hombre. Y así explica la destrucción del cuerpo del pecado diciendo:

 Pues el que murió, esto es, por el bautismo, por el cual morimos júntamente con Cristo, justificado está del pecado, esto es, perdonados los pecados, queda mudado al estado de justicia. Tales erais algunos: mas habéis sido lavados, etc. (ICo 6,1 1). Y como por la cruz de Cristo muere el hombre al pecado, se sigue que es justificado del pecado y que así se destruye el cuerpo del pecado. 

 En seguida, cuando dice: Y si hemos muerto, etc., explica el segundo efecto, por conformidad a la vida de Cristo, con la siguiente razón: aquel que muere júntamente con Cristo muriente, júntamente convive con el Cristo que resucita. Ahora bien, Cristo resucitó de entre los muertos para nunca más volver a morir; luego el que muere al pecado, de tal manera convive con Cristo resucitado que tiene el poder de nunca más recaer en el pecado. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, mostrar la conformidad del hombre fiel con la vida de Cristo que resucita: la segunda, poner la condición de la vida que resurge: Sabiendo que Cristo, etc.; la tercera, inferir la conclusión deseada: Así también vosotros, etc.

 Dice pues primeramente: Y si hemos muerto con Cristo, esto es, si en virtud de la muerte de Cristo hemos muerto al pecado, creemos que viviremos también con él, esto es, a la semejanza de su vida; vivirennos, digo, aquí la vida de la gracia, y en el futuro la vida de la gloria. Cuando estábamos aún muertos en los pecados, nos vivificó júntamente con Cristo, etc. (Efes 2,5). En seguida, cuando dice: Sabiendo, señala la condición de la vida de Cristo resurgente. Y primero la indica; y luego la prueba: Su muerte al pecado fue un morir para siempre. Así es que dice primero: Digo que lo que está dicho lo creemos sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere sino que vive con perpetua vida. Estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos (Ap 1,18). Y, lo que es más, la muerte no puede ya tener dominio sobre él, la cual ciertamente domina en el hombre no sólo cuando éste muere por la separación del alma respecto del cuerpo, sino también antes de la muerte, cuando padece de enfermedad, hambre y sed, y de otras calamidades semejantes por las cuales viene a dar a la muerte; pero de todo esto libre está la vida de Cristo resucitado. Por lo cual no se sujeta al dominio de la muerte, sino que más bien él mismo tiene dominio sobre la muerte. Tiene las llaves de la muerte y del abismo (Ap 1,18).

 En seguida, cuando dice: Su muerte al pecado etc., demuestra su tesis, o sea, que Cristo resucitado ya no morirá más, y esto doblemente. Primero por razón tomada de parte de la muerte que soportó, diciendo: Su muerte al pecado fue un morir para siempre. Mas no se entiende que haya El muerto a un pecado que El mismo cometiera o contrajera, porque de ninguna manera hubo en El lugar para el pecado. El, que no hizo pecado, etc. (1P 2,22). Sino que se dice que murió al pecado de dos maneras. La primera, porque murió por suprimir el pecado. Por nosotros hizo El pecado a Aquel que no conoció pecado (2Co 5,21), o sea, lo hizo hostia por el pecado. De la segunda manera, porque murió a la semejanza de la carne de pecado, esto es, a la vida pasible y mortal. Dios envió a su hijo en carne semejante a la del pecado (Rm 8,3). Pero de uno y otro modo se puede concluir que Cristo murió para siempre porque murió al pecado. Porque en cuanto a lo primero es claro que por una sola muerte destruyó todos los pecados, según aquello de Hebreos 10,14: Con una sola oblación ha consumado para siempre a los santificados. Por lo cual no es de sostenerse que al presente muera por el pecado. Pues Cristo murió una vez por nuestros pecados (1P 3,18). Y en cuanto a lo segundo se puede concluir lo mismo. Porque si Cristo soportó la muerte para que en El se extinguiera la semejanza de la carne de pecado, su muerte debió conformar a otros que llevaran sobre sí la carne de pecado, que de una vez mueren. De aquí que se dice en Hebreos 9,27: Y así como fue sentenciado a los hombres morir una sola vez, así también Cristo, que se ofreció una sola vez para llevar los pecados de muchos, etc. 

 En segundo lugar demuestra lo mismo por la condición de la vida que al resucitar adoptó, diciendo: mas su vida la vive para Dios, esto es, en la conformidad con Dios. Porque en 2Co 13,4 se dice que fue crucificado como débil, mas vive del poder de Dios. Ahora bien, el efecto se ajusta a la causa. Por lo cual la vida que Cristo adquirió resucitando es Deiforme: así es que como la vida misma de Dios, es sempiterna y sin corrupción según aquello de la Primera Carta a Timoteo (6,16): El único que posee inmortalidad, así también la vida de Cristo es inmortal.

 En seguida, cuando dice: Así también vosotros, etc., infiere la conclusión que desea para que nos conformemos a la vida de Cristo resucitado, y en cuanto a esto, el estar muertos al pecado, esto es, a la vida mortal, que tiene semejanza con el pecado, que jamás volvamos e ella, y por lo mismo que se viva en conformidad con Dios. Y por lo que ve a lo primero dice: Así también vosotros teneos por muertos al pecado, o sea, que en cuanto al pecado jamás vayáis a volver. No vuelvan a vivir los que murieron ya (Is 26,14). Y en cuanto a lo segundo dice: vivos para Dios, esto es, a la consideración o semejanza de Dios, para que nunca muramos por el pecado. Y si ahora vivo en carne, vivo por la fe en el Hi¡o de Dios (Gal 2,20). Por lo cual agrega: en Cristo Jesús Señor nuestro, o sea, por Jesucristo, por el cual morimos a los pecados y vivimos para Dios: o bien en Cristo Jesús, esto es, como incorporados a Cristo Jesús, para que por su muerte muramos al pecado y por su resurrección vivamos para Dios. Nos vivificó júntamente con Cristo, por cuya gracia habéis sido salvados por Cristo (Ef 2,5).

 
Comentario    

CATENA AUREA

 de

 Santo Tomás de Aquino
Marcos 8:1-9  Por aquellos días, habiéndose juntado otra vez un gran concurso de gentes, y no teniendo qué comer, convocados sus discípulos, les dijo: "Me da compasión esta multitud de gentes, porque hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. Y si los envío a sus casas en ayunas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos". Respondiéronle sus discípulos: "Y ¿cómo podrá nadie en esta soledad procurarles pan en abundancia?" El les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: "Siete". Entonces mandó Jesús a la gente que se sentara en tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió; y dábaselos a sus discípulos para que los distribuyesen entre la gente, y se los repartieron. Tenían además algunos pececillos: bendíjolos también, y mandó distribuírselos. Y comieron hasta saciarse; y de las sobras recogieron siete espuertas; siendo al pie de cuatro mil los que habían comido; en seguida Jesús los despidió. (vv. 1-9)
Teofilacto
Después del referido milagro de la multiplicación de los panes, obra el Señor otro semejante en una nueva ocasión que se le ofrece. "Por aquellos días, habiéndose juntado otra vez una gran cantidad de gente", etc. Los milagros que hacía no eran siempre acerca del sustento, para que no fuera ésta la causa de que lo siguiese la multitud; y no haría ahora este milagro, si no la viera en peligro. "Y si los envío a sus casas en ayunas, prosigue, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos".

Beda, in Marcum, 2, 32
San Mateo explica más extensamente por qué viniendo de lejos esperaron tres días, diciendo: "Y subiendo a un monte, sentóse en él. Y se llegaron a El muchas gentes, trayendo consigo infinidad de enfermos, y los pusieron a sus pies, y curólos" (Mat_15:19-20).

Teofilacto
Los discípulos no comprendían todavía, ni los milagros anteriores les hacían creer en su poder; por lo cual dice: "Respondiéronle sus discípulos: Y ¿cómo podrá nadie en esta soledad procurarles pan en abundancia?". Pero el Señor no los reprende por esto, pues quiere enseñarnos a no airarnos contra los que no saben y los que no comprenden, de cuya ignorancia, más bien nos debemos compadecer. "Y El les preguntó, continúa: ¿Cuántos panes tenéis? Respondieron: Siete".

Remigio, sobre San Mateo
No les preguntó porque ignorara cuánto tenían, sino porque contestándole que siete, cantidad bien pequeña, hacían más notable y famoso el milagro. Y sigue: "Entonces mandó Jesús a la gente que se sentara en tierra". En la primera comida los manda sentar sobre la yerba, y aquí sobre la tierra. "Y tomando, continúa, los siete panes, dando gracias, los partió", etc. En esta acción de gracias nos dio ejemplo para que se las demos a Dios por todos los beneficios que nos hace. Y es de notar que el Señor no dio los panes a la multitud, sino a sus discípulos, los cuales se los dieron a aquélla: "Y dábaselos a sus discípulos", etc. Les manda distribuir no solamente los panes, sino también los peces, después de haberlos bendecido. "Tenían además algunos pececillos", etc.

Beda, in Marcum, 2, 32
En este pasaje es de considerar la distinta operación de la divinidad y de la humanidad en la sola persona de nuestro Redentor, y por consiguiente el error de Eutiques, que pretendió enseñar que no había más que una operación en Cristo, y que por tanto debe ser rechazado más allá de los confines del cristianismo. ¿Quién no ve, pues, que el moverse a piedad por aquella gente revela en el Señor el afecto y compasión que le inspira la fragilidad humana? Y el milagro de dar de comer a cuatro mil personas con siete panes y algunos peces, ¿no es la obra de su divinidad?
"Y de las sobras, continúa, recogieron siete espuertas", etc.

Teofilacto
No son las muchedumbres, que comieron hasta saciarse, las que se llevan los restos del pan, sino los discípulos, como se ha dicho antes; lo cual nos enseña a contentarnos con tener lo necesario, que es lo conveniente, y a no pretender más. Se hace mención después del número de los que comieron. "Siendo alrededor, dice, de cuatro mil los que habían comido", etc. Aquí debemos de observar que Jesús no despidió a nadie sin comer, porque quiere que todos se alimenten de su gracia.

Beda, in Marcum, 2, 32
En sentido figurado, entre esta comida y la de los cinco panes y dos peces hay la diferencia de que en aquélla se figura el Antiguo Testamento, y en ésta la verdad y la gracia del Nuevo Testamento que se han de administrar a los fieles. La muchedumbre que espera tres días al Señor por la cura de los enfermos, como refiere San Mateo (cap. 15), son los elegidos en la fe de la Santísima Trinidad, que suplican por sus pecados con instancia y perseverancia; o porque se convierten al Señor de pensamiento, palabra y obra.

Teofilacto
O bien los que esperan durante tres días son los bautizados, puesto que el bautismo, que se llama iluminación, se completa con tres inmersiones.

San Gregorio Magno, Moralia, 1, 9
Quiere que coman antes de que se vayan, para que no desfallezcan en el camino; porque conviene que reciban en la predicación la palabra de consuelo, a fin de que, privados del alimento de la verdad, no sucumban en el continuo trabajo de esta vida.

San Ambrosio, in Lucam, 6, 73
Dios, bondadoso en extremo, exige celo, da las fuerzas, no quiere despedirlos sin que coman antes para que no desfallezcan en el camino. Es decir, o en el curso de la vida, o antes que lleguen al término de ella, que es el Padre, y a entender que Cristo viene del Padre. Y, al mismo tiempo, para que después de haber admitido que ha nacido de una Virgen, no juzguen acaso que su poder es de hombre y no de Dios. Jesús nuestro Señor distribuye la comida, y a ninguno se la niega; porque, siendo dispensador de todos, a todos quiere dársela. Pero cuando parte el pan y se los da a sus discípulos, si no extiendes tus manos para recibir tu parte, desfallecerás en el camino y no podrás culpar por ello al que, lleno de misericordia ha repartido el pan.

Beda, in Marcum, 2, 32
Los que vuelven a la penitencia después de las plagas de la carne, de los robos, de las violencias y homicidios, esos vienen de lejos al Señor; porque cuanto más ha errado uno en malas obras, tanto más se aleja de Dios omnipotente. Los creyentes entre los gentiles vinieron de lejos a Cristo, en tanto que los judíos, instruidos acerca de El por la ley y los profetas, vinieron de cerca. En la comida de los cinco panes se sienta la muchedumbre sobre la verde yerba, y en ésta sobre la tierra, porque si la ley prescribía que se reprimiesen los deseos de la carne, por el Nuevo Testamento se nos manda menospreciar al mundo y los bienes temporales.

Teofilacto
Los siete panes son las palabras espirituales, puesto que el número siete es figura del Espíritu Santo, que lo perfecciona todo, como se perfecciona o completa nuestra vida en siete días.

Pseudo-Jerónimo
O bien los siete panes son los dones del Espíritu Santo y los restos la significación mística de sus siete formas.

Beda, in Marcum, 2, 32
El partir el pan el Señor significa la manifestación de los misterios. Su acción de gracias el gozo que le causa la salvación del género humano. La entrega del pan a sus discípulos para que lo repartan significa, en fin, que ha dado a los Apóstoles los dones espirituales de la ciencia y que por su ministerio quiere distribuir a su Iglesia el sustento de vida.

Pseudo-Jerónimo
Los pececillos benditos son los libros del Nuevo Testamento, puesto que después de su resurrección el Señor pide una parte del pez asado. O bien por los peces hemos de entender a los santos, cuya fe, vida y pasiones están contenidas en el Nuevo Testamento; estos, librados de las turbulentas borrascas de este mundo, nos han mostrado con su ejemplo el alimento del espíritu.

Beda, in Marcum, 2, 32
Los apóstoles se llevan lo que había sobrado después de saciarse la multitud, porque los preceptos más elevados de la perfección, que no puede alcanzar el pueblo, pertenecen a los que se han aventajado entre los que sirven a Dios. Y sin embargo dice el Evangelista que se sació la muchedumbre, porque aunque no pueda abandonar lo suyo ni cumplir lo que se dice de las vírgenes, llega con todo a la vida eterna cumpliendo los mandamientos de la ley de Dios.

Pseudo-Jerónimo
Los siete cestos son las siete iglesias, y las cuatro mil personas son el año del Nuevo Testamento con cuatro estaciones. Y hay motivo para que sean cuatro mil personas, pues por este número se enseña que su alimento está en el pasto de los Evangelios.

Teofilacto
O bien los cuatro mil son los perfectos en las cuatro virtudes, y por esto, los más fuertes -por así decirlo-, comieron más de lo que dejaron. En este milagro quedan siete cestas de pan, y doce en el de los cinco panes, porque los cinco mil, llenos sus sentidos hasta la saciedad no pudieron comer todo y se contentaron dejando muchos restos.

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