lunes, 1 de julio de 2013

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 1º de julio de 2013

Epistola del Apóstol San Pablo a los Hebreos (IX, 11-15)
(11)  Pero Cristo, constituido Pontífice de los bienes futuros, a través del tabernáculo mejor y más perfecto, no hecho por manos de hombres, esto es, no de esta creación,
(12)  entró de una vez para siempre en el santuario, no por la sangre de los machos cabríos y de los becerros, sino por su propia sangre, habiendo obtenido una redención eterna.
(13)  Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros y la aspersión de la ceniza de la vaca santifica a los inmundos y les da la limpieza de la carne,
(14)  ¡cuánto más la sangre de Cristo, que en virtud de un espíritu eterno a sí mismo se ofreció inmaculado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo!
(15)  Por esto es el mediador de una nueva alianza, a fin de que por su muerte, para redención de las transgresiones cometidas bajo la primera alianza, reciban los que han sido llamados las promesas de la herencia eterna.

 


+ Continuación del Santo Evangelio según San Juan (XIX, 30-35)

Biblia versión Nacar-Colunga




(30)  Cuando hubo gustado el vinagre, dijo Jesús: Todo está acabado, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(31)  Los judíos, como era el día de la parasceve, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el día de sábado, por ser día grande aquel sábado, rogaron a Pilato que les rompiesen las piernas y los quitasen.
(32)  Vinieron, pues, los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con El;"
(33)  pero llegando a Jesús, como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas,
(34)  sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua.
(35)  El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; él sabe que dice verdad, para que vosotros creáis;"


Laus tibi Christe 



Biblia versión Jünemann

(30)  Cuando, pues, tomó el vinagre Jesús, dijo: «Consumado está»; e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
(31)  Los judíos, pues, porque parasceve era, para que no quedasen sobre la cruz los cuerpos en el sábado (pues era grande el día de aquél sábado) rogaron a Pilato que se quebrantasen las piernas de ellos y se quitasen.
(32)  Vinieron, pues, los soldados; y del primero ciertamente quebrantaron las piernas y del otro del crucificado con él;
(33)  mas, a Jesús viniendo, como le vieron ya muerto, no quebrantaron sus piernas;
(34)  sino que uno de los soldados con lanza su costado hirió; y salió luego sangre y agua.
(35)  Y el que ha visto, ha testimoniado, y verdadero es su testimonio; y aquél sabe que lo verdadero dice, para que también vosotros creáis.

Biblia Vulgata (latín)

(30)  cum ergo accepisset Iesus acetum dixit consummatum est et inclinato capite tradidit spiritum
(31)  Iudaei ergo quoniam parasceve erat ut non remanerent in cruce corpora sabbato erat enim magnus dies ille sabbati rogaverunt Pilatum ut frangerentur eorum crura et tollerentur
(32)  venerunt ergo milites et primi quidem fregerunt crura et alterius qui crucifixus est cum eo
(33)  ad Iesum autem cum venissent ut viderunt eum iam mortuum non fregerunt eius crura
(34)  sed unus militum lancea latus eius aperuit et continuo exivit sanguis et aqua
(35)  et qui vidit testimonium perhibuit et verum est eius testimonium et ille scit quia vera dicit ut et vos credatis



Comentario de Santo Tomás de Aquino
a la Espístola a los hebreos



Lección 3º - Hebreos 9, 11-14:
Descríbese la entrada del Sumo Sacerdote en el Sancta Sanctorum, por ser figura de Cristo, y se hace la aplicación a Cristo.

 11 Mas sobreviniendo Cristo pontífice, que nos había de alcanzar los bienes venideros por medio de un tabernáculo más excelente y más perfecto, no hecho a mano, esto es, no de fábrica o formación semejante a la nuestra;
 12 y presentándose no con sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino con la sangre propia, entró una sola vez para siempre en el santuario del cielo, habiendo obtenido una eterna redención del género humano.
 13 Porque si la sangre de los machos cabríos, y de los toros, y la ceniza de la ternera sacrificada, esparcida sobre los inmundos, los santifica en orden a la purificación legal de la carne,
 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por impulso del Espíritu Santo se ofreció a Sí mismo inmaculado a Dios, limpiará nuestras conciencias de las obras muertas de los pecados, para que tributemos un verdadero culto al Dios vivo

 Dionos arriba el Apóstol la significación de lo que pertenecía al Antiguo Testamento y al primer tabernáculo; aquí pone las condiciones de lo que al segundo, que representaba al Nuevo; acerca de lo cual nos da dicha significación y prueba cierta cosa que había supuesto. Es de saber que, considerado lo sobredicho, dijéronse 5 cosas del segundo tabernáculo, es a saber:

 1) ¿quién entraba? Sólo el pontífice;

 2) ¿a dónde entraba? A un sitio de tanta dignidad que se llamaba Sancta Sanctorum;

 3) ¿cómo entraba? Llevando sangre;

 4) ¿cuándo entraba? Una vez al año; 
5) ¿a qué fin entraba? Para expiar los pecados. Aquí explica el Apóstol esas 5 cosas, y primero ¿quién

 es el que entra?, que es Cristo, pues el pontífice es el príncipe de los sacerdotes, y ese tal es Cristo (I P. 5; He 4). Mas todo pontífice es dispensador de algún testamento; y en todo testamento hay que considerar dos cosas, es a saber, sus promesas y sus enseñanzas. Los bienes prometidos en el Antiguo Testamento eran temporales (Is 1); luego aquel pontífice lo era de bienes temporales; mas Cristo, de bienes celestiales (Mt 5); así que es "pontífice de bienes futuros", ya que por su pontificado entramos en posesión de los bienes futuros (Ps 64).

 Asimismo en el Antiguo Testamento se dispensaban en sombras y figuras las cosas; mas Cristo, las que por ellas se figuraban, espirituales (Lc  XI). De modo que por bienes futuros pueden entenderse o ios bienes celestiales, y esto respecto del Nuevo Testamento; o los bienes espirituales, respecto del Antiguo, que era figura de ellos.

 Este pontífice no es negligente, sino aparejado está para acudir a quien lo necesite; porque el pontífice es medianero entre Dios y el pueblo, y Cristo es medianero (I Ti. 2; Dt. 5); por cuya razón El está siempre presente delante del Padre para interceder por nosotros (He 7; Rm 8). Asístenos también para ayudarnos (Ps XV; Hch. Vil). Queda, pues, claro quién entraba.

 Muestra, en segundo lugar, la dignidad del tabernáculo interior, al decir "por uno más excelente", y la condición, porque "y más perfecto", puesto que no será suplantado por otro. "Tus olos verán a Jerusalén, ciudad opulenta, tabernáculo que nunca más podrá mudarse de lugar" (Is 65), y éste es el tabernáculo de la gloria celestial (Ps XIV); que se llama tabernáculo, porque es lugar de peregrinos; pues no se debe por razón de naturaleza, mas dásenos por liberalidad de gracia. "Y reposará mi pueblo en hermosa mansión de paz, y en tabernáculos de seguridad, y en el descanso de la opulencia" (Is 32,18). Así que tiene un espacio capaz y más que sobrado, por la inmensa multitud de bienes que encierra y que se designa en la predicha autoridad: "y reposará" (Is 32; Bar. 3).

 La expresión "per amplius" se lee o de modo que forme una dicción "peramplius", o de manera que per sea preposición, como lo expresa más claramente el griego. Si del primer modo, el texto se construye así: "sobreviniendo Cristo, pontífice de los bienes futuros, entró en el Sancta Sanctorum, quiero decir, en un tabernáculo más excelente". Si del segundo, entonces se construye así: Cristo entró en el Sancta o Santuario por un tabernáculo amplio, esto es, más espacioso y perfecto; y aun más perfecto, porque ahí cesará toda imperfección (iCo 13). Asimismo, de condición muy diferente, porque aquél fue hecho por mano de hombre, mas éste no, siendo por mano de Dios (Ex. XV; 2Co 5); "porque tenía puesta ia mira en aquella ciudad de sólidos fundamentos", cuyo arquitecto y fundador es el mismo Dios (He 11,10).

Muestra, en tercer lugar, ¿cómo entraba?: no sin llevar sangre; pero aquél con sangre de becerros y machos cabríos (Lv. 16); Cristo, en cambio, no de esa manera, esto es, con sangre ajena, y por eso dice: "no con sangre de becerros y machos, sino con la propia sangre", que para nuestra salvación derramó en la cruz. "Esta es mi sangre, que será el sello del nuevo testamento, la cual será derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28). Y dice en plural "de becerros y machos cabríos", no porque fuesen muchos de golpe, mas porque en diferentes años muchas veces entraba. Cristo es significado por el macho cabrío por semejanza con la carne pecadora; asimismo por el novillo, por su fuerza, y porque se sirve de los dos testamentos como de dos cuernos (Hab. 3).

 En cuarto lugar, ¿cuándo entraba? Una vez al año. Cristo, empero, todo el tiempo, que es, como si dijéramos, un año: "entró una vez sola para siempre en el santuario del cielo", y una vez también derramó su sangre (I P. 3; Rm 6). Entró también una vez, porque, una vez entrado, de asiento allí se ha quedado; por eso dice que entró una vez sola para siempre en el santuario del cielo.

 En quinto lugar, ¿a qué fin entró? Para ofrecerse por las ignorancias del pueblo no por las suyas, que no las tenía; y para eso está la sangre de Cristo, de más valor que la otra, ya que por ella "se obtuvo una eterna redención del género humano"; como si dijera: hemos sido redimidos por esta sangre, y para siempre, porque es de valor infinito (He X; Salmo CX). Esta palabra "inventa": hallada, puede referirse o bien al deseo que Dios tenía de nuestra salvación (Jb. 23; Ex. 18), o bien al deseo de los Santos Padres de ser redimidos, mas nadie halló un modo tan proporcionado para ello como Cristo; por eso señaladamente dice: "hallada": inventa.

 Al decir luego: "pues si la sangre...", prueba una de las cosas que había supuesto, es a saber, esto último: "habiendo obtenido una eterna redención"; como si dijera: dicho queda que por su propia sangre hizo una eterna redención, con lo cual manifiesta su mayor eficacia. Que así es, lo demuestra con una autoridad tomada de la menor, porque si la sangre de unos brutos animales lograba lo que es menos, la sangre de Cristo podrá lograr lo que es más. Así que primero pone el antecedente, luego el consecuente: "cuánto más la sangre de Cristo".

 Acerca de lo primero, es de saber que en la antigua ley había dos especies de purificación: una, que se hacía el día de la expiación -de la cual habla el Lev. XVI-, y de la cual ya se dijo que al parecer estaba directamente enderezada a limpiar del pecado. Otra iba contra la irregularidad de la ley, de la cual se dice en Nb XIX que ordenó el Señor a Eleazar tomar de mano de Moisés una vaca bermeja, de edad perfecta» sin tacha, no sometida al yugo, que, sacándola fuera del campamento, la inmolase delante del pueblo, y mojando el dedo en su sangre, hiciese 7 aspersiones hacia las puertas del Tabernáculo; que después la quemase toda entera, es a saber, piel y carnes, sangre y estiércol; asimismo el palo de cedro, el hisopo y la grana dos veces teñida; hecho lo cual, un hombre limpio recogía las cenizas y las echaba, fuera del campamento, en lugar limpísimo. De estas cenizas tomaban para echarlas en agua y hacer como una especie de lejía, con la que el hombre que estuviese inmundo, es a saber, que hubiese tocado un cadáver, era rociado con el hisopo el día tercero y el séptimo, y así quedaba limpio, y no podía quedarlo de otro modo. 

 Así lo dice el Apóstol. Cuanto a lo primero: "porque si la sangre de los machos cabríos o de los toros". Cuanto a lo segundo: "y la ceniza de la ternera sacrificada, esparcida sobre los inmundos, los santifica, no dándoles gracia, sino en orden a la purificación legal de la carne", esto es, quitándoles la irregularidad contraída, pues con eso se veían impedidos del culto divino, como inmundos, con un estorbo carnal, no que quitasen los pecados, como dice San Agustín, mas porque por virtud de esa aspersión, una que otra vez quedaban limpios de la lepra corporal; por eso dice: "para de}ar limpia la carne".

 Pone a continuación el consecuente: "cuánto más la sangre de Cristo", como si dijera: si la sangre y la ceniza pueden esto, ¿qué no podrá la sangre de Cristo? Cierto que mucho más. Y pone el Apóstol 3 cosas que demuestran la eficacia de la sangre de Cristo:

 a) ¿quién es aquel cuya sangre es aquélla? a saber, es Cristo; de donde es claro que su sangre limpia (Mt 1);

 b) ¿por qué Cristo derramó su sangre? porque a esto lo movió e impulsó el Espíritu Santo, esto es, el amor de Dios y del prójimo (Is 59); y el Espíritu Santo limpia (Is 4); por eso dice: "el cual por impulso del Espíritu Santo se ofreció a Sí mismo" (Ep 5);

 c) la calidad de la víctima, inmaculada (Ex. 12; Eccli. 34). Mas ¿por ventura un sacerdote inmundo podrá limpiar? Respondo: si obrase por virtud propia, ciertamente que no; mas obra por virtud de la sangre de Cristo, que es como la causa primera; lo cual no hiciese si El no fuese inmaculado. Pero es de saber que la sangre de aquellos animales limpiaba solamente de la mancha exterior, es a saber, del contacto de un muerto; mas la sangre de Cristo deja por dentro limpia la conciencia, lo cual se hace por medio de la fe (Ac XV), es a saber, en cuanto hace creer que todos los que a Cristo se unen por medio de su sangre se limpian. Luego ésta limpia la conciencia.

 Asimismo aquella sangre limpiaba del contacto de un muerto, mas ésta de las obras muertas, es a saber, los pecados, que quitan a Dios del alma, cuya vida consiste en la unión de la caridad. Otrosí, la limpieza de aquélla era para poder acercarse a un culto envuelto en figuras, mas la sangre de Cristo para rendirle a Dios un obsequio espiritual (Ps C). Por eso dice: "para que tributemos un verdadero culto al Dios vivo".

 Dios también es vida (Jn 14; Dt. 32). Es, pues, conveniente que el que le sirve esté vivo; por lo cual dice: vivo; porque también, como dice Eccli. X: cual es el juez o presidente del pueblo, tales son sus ministros. Así que quien quiera servir a Dios, como El se merece, debe estar vivo como El lo está. Toda esta cuidadosa exposición de la Glosa está fundada en otra de San Agustín sobre (el libro de) los Números. 
Lección 4ª:
 En conclusión, que Cristo es medianero del Nuevo Testamento, que confirmó con su sangre; de donde se infiere que éste (testamento) es superior al Antiguo.

 15 Y por eso es mediador de un nuevo testamento, a fin de que mediante su muerte, para expiación de las prevaricaciones cometidas en tiempo del primer testamento, reciban la herencia eterna prometida a los que han sido llamados de Dios.
 16 Porque, donde hay testamento, es necesario que intervenga la muerte del testador.
 17 Pues el testamento no tiene fuerza, sino por la muerte del que le otorgó; de otra suerte no vale mientras tanto que vive el que testó.
 18 Por eso ni aun aquel primer testamento fue celebrado sin sangre.
 19 Puesto que Moisés, después que hubo leído todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomando de la sangre de los novillos y de los machos cabríos, mezclada con agua, lana teñida de carmesí y el hisopo, roció el mismo libro de la Ley, y también a todo el pueblo,
 20 diciendo: Esta es la sangre del testamento que Dios os ha ordenado o hecho en favor vuestro.
 21 Y asimismo roció con sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
 22 Y, según la Ley, casi todas las cosas se purifican con sangre, y sin derramamiento de sangre no se hace la remisión.

 Luego de haber hecho el Apóstol una exposición de ciertos usos y prácticas del Antiguo Testamento, y descubierto su sentido místico, toma de aquí pie para probar su intento, es a saber, que el Nuevo Testamento lleva ventaja al Viejo, pues puede lo que el Viejo no podía. Acerca de lo cual, propone primero la conclusión que busca, y prueba, en segundo lugar, que tal cosa es cierta. Asimismo concluye de lo dicho que Cristo es medianero, cual no pudo serlo el Antiguo Testamento.

 Dice, pues: "y por eso...", es a saber, porque Cristo entró en el Santuario, habiendo obtenido una eterna redención del género humano, esto es, con paradero en el cielo, cosa que el Antiguo Testamento no había podido hacer; por tal motivo es necesario que este testamento sea muy diferente del otro, como lo nuevo de lo viejo (Jr 13; Ap. 21). "Por eso Cristo es mediador de este Nuevo Testamento entre Dios y el hombre, Mediador de Dios y de los hombres, el hombre Cristo Jesús" (I Ti. 2).

 Pero en todo testamento hay algo que se promete, y algo con que se confirma el testamento. En el Nuevo prométanse cosas celestiales y espirituales, y la promesa ha sido confirmada con la muerte de Cristo. Por eso es Cristo mediador del Nuevo Testamento, "a fin de que reciban la herencia y bienaventuranza eterna prometida a los que han sido llamados de Dios". Y dice llamados, porque este don no es fruto de las buenas obras, sino gracia del llamamiento de Dios (Rm 8), "que os llamó a su reino y gloria" (1Th  2). De ahí que diga: "de la herencia eterna", esto es, de la gloria eterna, que es nuestra herencia (I P. 1; Salmo 126), y la alcanzamos por la muerte de Cristo, en razón de lo cual dice: "a fin de que mediante su muerte" (I P. 3). 
 El efecto de esta muerte es la expiación de la prevaricación del pecado: "fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, no con oro o plata, que son cosas perecederas, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero inmaculado y sin tacha" (I P. 1,18). Mas ¿por ventura en el Antiguo Testamento había podido hacerse esta expiación de pecados? Y responde que no, porque "aquellas prevaricaciones habían sido cometidas en tiempo del primer testamento"; como si dijera: que los sacramentos del primer testamento no tenían virtud para quitarlas; "pues ya hemos demostrado que así (udíos como gentiles todos están sujetos al pecado" (Rm 3,9).

 Pero, en contra de eso, tenemos que David y otros muchos santos alcanzaron la remisión de sus pecados. Respondo: cuanto al efecto de entrar en el cielo, digo que no, pues por la muerte de Cristo se abrió la puerta de la vida, y nadie antes entró ahí (Zac. 1X); mas, cuanto a la mancha, sí la consiguieron, empero no por virtud de los sacramentos de la Antigua Ley, sino por medio de la fe de Cristo. Así que el Nuevo Testamento hace ventaja al Antiguo, pues fue confirmado con la muerte de Cristo, que muestra en esperanza el fruto cierto y por la cual se perdonan los pecados.

 -"Porque, donde hay testamento, es necesario que intervenga la muerte del testador". Prueba lo que dio por supuesto, es a saber, que el nuevo testamento fue confirmado por la muerte de Cristo; y pruébalo por autoridad de la ley humana y divina. Dice, pues: dicho queda que el nuevo testamento confírmase por la muerte de Cristo, porque, "para que un testamento tenga valor, es necesario que intervenga la muerte del testador"; por consiguiente, el nuevo testamento no tendría fuerza si no hubiese intervenido la muerte de Cristo. De ahí que dijera Caifas: "os conviene el que muera un solo hombre por el bien del pueblo" (Jn XI,50). La muerte del testador necesaria es para dos cosas:

 a) para que el testamento sea irrevocable, pues, siendo la expresión de la última voluntad, antes de la muerte está siempre sujeto a poderse mudar. De ahí que diga que "el testamento no tiene fuerza sino en la muerte del que le otorgó", esto es, por la muerte. De esta manera se confirmó o cobró fuerza el nuevo testamento por la muerte de Cristo: "ésta es mi sangre del nuevo testamento", esto es, la que le da fuerza y lo hace sagrado;

 b) para que el testamento tenga valor y sea eficaz. Por eso dice: "de otra suerte no vale, mientras tanto que vive el que testó", pues nadie tiene acción ni derecho, ni aun los herederos, por virtud del testamento, a reclamar la herencia, sino después de muerto el testador, por cuya razón quiso Cristo, en favor nuestro, interponer su muerte.

 -"Por eso ni aun aquel primer testamento fue celebrado sin sangre". Prueba lo mismo con la autoridad de la ley divina, es a saber, con lo que trae el Antiguo Testamento; acerca de lo cual, muestra en qué convienen y difieren ambos testamentos. Dice, pues: díjose ya que para que valga el testamento es necesario que intervenga la muerte del testador; de lo cual no hay que admirarse, ya que "ni aun aquel primer testamento fue celebrado, esto es, confirmado, sin sangre"; y esa sangre era figura de la sangre de Cristo, ya que todo lo que les sucedía iba envuelto en figuras (1Co 10,2). 
  -"puesto que Moisés, después que hubo leído todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo". Demuestra lo que había propuesto, es a saber, que aquel testamento no fue confirmado sin sangre; y lo prueba por las 3 cosas en que intervino el uso de la sangre:

 a) la promulgación de la Ley;

 b) la consagración del tabernáculo;

 c) la expiación de los vasos del ministerio.

 Cuanto a lo primero,' es de saber que el Apóstol alude aquí a la historia contenida en el c. 24 del Éxodo, donde se dice que, luego de haber leído los mandatos del Señor, delante del pueblo, y respondido éste: todas las palabras que ha hablado el Señor las ejecutaremos dócilmente, tomó Moisés la sangre que había ordenado reservar de 12 novillos y roció con ella el libro de la Ley y al pueblo, como en confirmación del testamento. Por eso dice: "después que hubo leído todos los mandamientos", ya que era necesario que se leyesen, puesto que aquella lección fue la promulgación de la Ley, que era conveniente se promulgase.

 -"Tomando de la sangre de ios novillos". Aquí se ofrece una doble objeción acerca del texto: una, que en el c. 24 del Éxodo no se hace ninguna mención del macho cabrío, sino sólo de los 12 novillos.

 Otra, que tampoco del agua, de la lana teñida ni del hisopo.

 A las dos objeciones se responden dos cosas: una, que el Apóstol, como versado que era, por haberse educado en la Ley, sabía que eso se acostumbraba en las purificaciones legales, es a saber, que la aspersión se hacía con sangre de becerros y machos cabríos, y agua mezclada, con hisopo y lana teñida de carmesí; por tanto, aunque el Éxodo no haga mención de estas cosas, el Apóstol vino a saberlas por lo que se acostumbraba en los ritos legales. O puede decirse que ésta fue la primera consagración, donde, como en germen, conteníanse las otras santificaciones futuras, entre las cuales sobresalía la que se hacía el día de la expiación (Lv. 16), y la otra de la vaca bermeja (Nb 16). La primera se hacía con sangre de novillos y de machos cabríos; la segunda con agua, lana teñida e hisopo. Por consiguiente, puesto que aquella aspersión, que hizo Moisés, contenía en sí éstas dos, por eso el Apóstol todo lo refiere a ella. 
Dice, pues: "tomando de la sangre de los novillos, y de los machos cabríos, mezclada con agua, lana teñida de carmesí, y el hisopo, roció el mismo libro de la Ley, y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del testamento que Dios os ha ordenado", esto es, la que le da su fuerza (Eccli. 24); porque esta sangre fue figura de la sangre de Cristo, de quien recibe su fuerza el nuevo testamento; razón por la cual se valió Cristo de estas palabras: "ésta es la sangre del nuevo testa-mentó", es a saber, la que lo confirma y le da fuerza.

 Que se figurase en la sangre de un novillo y de un macho cabrío, fue respectivamente porque por el novillo se representaba la fuerza, y por el macho cabría la semejanza a la carne pecadora. La mezcla con el agua, porque el bautismo toma su eficacia de la sangre de Cristo. La aspersión con el hisopo, porque purifica, el pecho, que significa la fe (Ac XV); y la lana teñida, de color carmesí, por la cual se significa la caridad, "Mí amado es blanco y rubio" (Cant. 5); pues por la fe y el amor de la pasión de Cristo se purifica el pueblo. Rocíase también el libro de la Ley, porque la pasión de Cristo dio todo su lleno al cumplimiento de la ley (Jn 19; Mt 5).

 -"Y asimismo el tabernáculo". Pone la consagración del tabernáculo porque "asimismo roció con sangre el tabernáculo, y todos los vasos del ministerio". Mas en contra de esta afirmación tenemos que aún no había sido fabricado el tabernáculo, sino que en donde se prescribe lo tocante a su consagración es en el capítulo 26. -Respondo que, aunque pueblo y tabernáculo no hayan sido rociados con la misma sangre, eso no obstante, también el tabernáculo "ha sido purificado con sangre"; de suerte que la frase puede construirse así: se valió de sangre aun para la santificación del tabernáculo.

 Mas lo contrario dicen Levítico y Números: que ungió el tabernáculo con aceite. Respondo que no habla de la santificación con que primero fueron consagrados el tabernáculo y sus vasos, sino de la que se hacía en el día de la expiación; o mejor digamos que aun en la primera usó sangre, puesto que ahí se dice que lo ungió con aceite y luego lo roció, mas no con aceite; de donde se colige que primero lo ungió y luego lo roció con sangre. Y estas dos cosas son necesarias para la santificación, es a saber, la virtud de la sangre de Cristo y el aceite de la misericordia, con las que se santifica ei tabernáculo, esto es, la 1glesia y los vasos, es a saber, los ministros.

 -"Y, según la Ley, casi todas las cosas se purifican con sangre". Prosigue con las otras purificaciones legales, que las había de dos géneros: una, de la mancha del cuerpo, como la lepra; otra, de la mancha espiritual, el pecado. La primera, como se ve en la lepra de las casas, podía aplicarse a las cosas inanimadas; y la purificación de esta inmundicia hacíase con la sangre de un animai inmolado, o con el agua de la expiación, que estaba mezclada con la sangre de la vaca bermeja. Por eso dice: "casi todas las cosas", y no simplemente todas, de suerte que casi determine a mundantur, esto es, casi se purifican, pues no del todo se purificaban, obra que por los sacramentos es sólo incumbencia de la nueva ley. O puede determinar a omnia, pues no todas las cosas se purificaban con sangre, porque -como se dice en el c. 3 1 de los Números- todo lo que puede pasar por el fuego con fuego se purifica; mas lo que no puede aguantar fuego se santifica con el agua de expiación. En cambio, para purificar de la mancha del pecado es necesaria la efusión de sangre, que se requería para el sacrificio; por cuya razón dice que "sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados". Con lo cual se daba a entender que la remisión del pecado había de hacerse por medio de la sangre de Cristo; de modo que en la ley vieja si había remisión de pecados no era ciertamente por virtud del sacramento, mas por virtud de la fe de Cristo; de ahí que se dijera a menudo: "rogará el sacerdote por él y le sera perdonado".
Comentario    

CATENA AUREA

 de

 Santo Tomás de Aquino
Juan 19:28-30  

Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que se cumpliera la Escritura, dijo: "Sed tengo". Había allí un vaso lleno de vinagre. Y ellos, poniendo alrededor de un hisopo una esponja empapada en vinagre, se la aplicaron a la boca. Y luego que Jesús tomó el vinagre, dijo: "Consumado es": e inclinando la cabeza, dio el espíritu. (vv. 28-30)

San Agustín, in Ioannem, tract., 119
Padecía todo esto el que aparecía hombre, y lo disponía todo el que se ocultaba Dios. Por esto dice: "Después, sabiendo que todo se había consumado, a fin de que se cumpliera la Escritura", esto es, lo que había predicho la Escritura: "Y en mi sed me dieron a beber vinagre" (Sal_68:22), dijo: "Tengo sed", como si dijera: Esto os falta hacer, dad lo que sois. Como que los judíos eran el vinagre, degenerado del vino de los patriarcas y profetas. Había, pues, allí, un vaso lleno de vinagre, como un corazón lleno de iniquidad de este mundo, a manera de esponja, llena de cavernosas y engañosas tortuosidades. Y sigue: "Y ellos, colocando una esponja empapada en vinagre alrededor de un hisopo, la aplicaron a su boca".

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Pero ni a pesar de lo que estaban viendo, se aplacaban, sino que se encrudecían más, ofreciéndole para que bebiera la pócima de los condenados. Y por esta razón se valen de la vara del hisopo.

San Agustín, ut supra
El hisopo en que pusieron la esponja llena de vinagre, es un arbusto despreciable que purga el pecho y representa la humanidad de Cristo que nos purifica. Ni hay que buscar cómo pudieron aplicar la esponja a la boca de Jesús, que estaba elevado de tierra sobre la cruz; pues según dicen los otros evangelistas, y éste omitió, se valieron de una caña para elevar hasta la cruz la esponja con semejante bebida.

Teofilacto
Algunos llaman caña al hisopo, porque tiene unas ramas parecidas a la caña. Sigue: "Como hubiese recibido Jesús el vinagre, dijo: Consumado es".

San Agustín, ut supra
¿Qué era esto, sino lo que estaba profetizado tanto tiempo antes?

Beda
Aquí puede preguntarse: ¿Por qué dice este evangelista: "Como hubiese tomado el vinagre", cuando dice otro: "No quiso beber" (Mat_27:34)? Esto es fácil de resolver, porque no lo recibió para bebérselo, sino para que se cumpliera la Escritura.

San Agustín, ut supra
Y porque no convenía que quedase nada por cumplir antes de su muerte. Sigue: "E inclinada la cabeza, dio su espíritu". Concluidas todas las cosas que debían ejecutarse, esperaba como el que tenía poder para dejar su alma y volver a tomarla.

San Gregorio, Moralium, 11, 3
Aquí se dice espíritu en lugar del alma, porque si el Evangelista hubiera entendido por espíritu otra cosa diferente que el alma, saliendo el espíritu, el alma hubiera quedado.

Crisóstomo, ut supra
No inclinó la cabeza porque expiró, sino que cuando inclinó la cabeza, entonces expiró. Por cuya razón dijo el Evangelista que era el Señor de todas las cosas.

San Agustín, ut supra
¿Quién hay que pueda dormir cuando quiera, como Jesús murió cuando quiso? ¡Cuán terrible ha de ser su poder cuando juzgue, si tanto se manifiesta cuando muere!

Teofilacto
El Señor entregó su espíritu a Dios Padre, dándonos a entender que las almas de los Santos no permanecen en los sepulcros, sino que van a las manos del Padre de todos. Las de los pecadores son llevadas al lugar de las penas, esto es, al infierno.
Juan 19:31-37 

Y los judíos (porque era Parasceve), a fin de que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado (porque aquél era el grande día del sábado), rogaron a Pilatos que les quebrasen las piernas y que fuesen quitados. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y al otro que fue crucificado con El. Mas cuando llegaron a Jesús, viéndole ya muerto, no le quebrantaron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió luego sangre y agua. Y el que lo vio, dio testimonio, y verdadero es el testimonio de él. Y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliera la Escritura: No desmenuzaréis hueso de El. Y también dice otra Escritura: Verán en el que traspasaron. (vv. 31-37)

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Como los judíos se tragaban un camello y hacían escrúpulo de un mosquito, después de consumar tan gran atentado discutían solícita y diligentemente lo que sigue: "Los judíos, pues, como era Pascua, a fin de que no permaneciesen los cuerpos en la cruz en el sábado", etc.

Beda
Parasceve (esto es preparación) era llamado el día sexto, porque en aquel día los israelitas preparaban dos comidas, pues era muy grande aquel día de sábado (por la solemnidad de la Pascua). "Rogaron, pues, a Pilato que les rompieran las piernas a los ajusticiados".

San Agustín, in Ioannem, tract., 120
No con el objeto de quitarlos de la cruz, sino más bien para no horrorizar con este espectáculo de un suplicio prolongado en el día de fiesta.

Teofilacto
Así se mandaba en la Ley, que no se pusiera el sol estando un hombre en el suplicio, o porque no quisieran ser tenidos por verdugos y homicidas en día festivo.

Crisóstomo, ut supra
Observa cuán grande es el poder de la verdad, pues ellos mismos cuidan de que se cumpla la profecía. Por lo que sigue: "Vinieron, pues, los soldados y quebrantaron las piernas del primero y del otro crucificado con El; pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que un soldado abrió su costado con una lanza".

Teofilacto
Para complacer a los judíos, lancean a Cristo, ultrajando su cuerpo exánime; pero esta injuria se trocó en milagro, porque el manar sangre de un cuerpo muerto es milagro.

San Agustín, ut supra
Con mucha precaución se abstuvo el Evangelista de usar las palabras hirió su costado, o lo rasgó, sino abrió, a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la verdadera vida. Y sigue: "Y al instante salió sangre y agua". La sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta que a Noé se le mandó abrir en el costado del arca para que entraran los animales que se habían de salvar del diluvio, en los que se simbolizaba la Iglesia. Por esta razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?

Crisóstomo, ut supra
Como de aquí toman origen los sagrados misterios, cuando te acercares al tremendo cáliz, acércate como si fueras a beber del costado de Cristo.

Teofilacto
Avergüéncense los que en el sagrado sacrificio rehusan mezclar el agua con el vino, dando a entender que no creen que del lado de Cristo fluyó agua. Puede haber quien calumniosamente diga que algún resto de vida quedaría en el cuerpo de Cristo, y que por esto brotó sangre, pero el manar agua es una prueba irrefutable contra este argumento. Esta es la razón por qué el Evangelista añadió: "Y el que lo vio dio testimonio".

Crisóstomo, ut supra
Como si dijéramos: No lo oyó a otro, sino que lo vio por sí mismo y es verdadero su testimonio, lo que añadió con razón, contando la injuria hecha a Cristo y dando éste señal admirable para llamar la atención. También lo dijo para que enmudecieran los herejes, y para profetizar futuros misterios que se ocultaban bajo este tesoro. Sigue: "Y él sabe que dice verdad, para que vosotros creáis".

San Agustín, ut supra
Lo dice quien lo vio, para que crea el que no lo vio. Dos testimonios cita de las Escrituras sobre estos acontecimientos; pues el que había dicho: "No quebraron a Jesús las piernas", añadió: "Esto sucedió para que se cumpliese la Escritura, que dice: No desmenuzaréis ninguno de sus huesos" (Éxo_12:46), etc. Este precepto había sido dado en la antigua Ley a aquellos que inmolaban el cordero, que fue la figura de la Pasión del Señor. Uno de los soldados abrió su costado con una lanza, y a esto se refiere el otro testimonio, que dice: "Y otro pasaje de la Escritura dice: ellos dirigieron su mirada al que atravesaron", cuyas palabras contienen la promesa de Cristo que había de ser crucificado en su propia carne.

San Jerónimo
Este testimonio está tomado de Zacarías (Zac_12:10).
 

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