miércoles, 28 de septiembre de 2011

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 28 de Septiembre de 2011

Mt 10,34-42

Biblia versión Nacar-Colunga

(34)  No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada."  (35)  Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra,  (36)  y los enemigos de los hombres serán los de su casa.  (37)  El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí;"  (38)  y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.  (39)  El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mí, la hallará.  (40)  El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que a mí me envió.  (41)  El que recibe al profeta como profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe al justo como justo, tendrá recompensa de justo;"  (42)  y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.


Biblia versión Torres Amat
Mat 10:34  No tenéis que pensar que yo haya venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra;
Mat 10:35  pues he venido a separar al hijo de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra;
Mat 10:36  y los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa.
Mat 10:37  Quien ama al padre o a la madre más que a mí, no merece ser mío; y quien ama al hijo o a la hija más que a mí, tampoco merece ser mío.
Mat 10:38  Y quien no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí.
Mat 10:39  Quien a costa de su alma conserva su vida la perderá; y quien perdiere su vida por amor mío, la volverá a hallar.
Mat 10:40  Quien a vosotros recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me ha enviado a mí.
Mat 10:41  El que hospeda a un profeta en atención a que es profeta, recibirá premio de profeta; y el que hospeda a un justo en atención a que es justo, tendrá galardón de justo.
Mat 10:42  Y cualquiera que diere de beber a uno de estos pequeñuelos un vaso de agua fresca solamente por razón de ser discípulo mío, os doy mi palabra que no perderá su recompensa.

Biblia versión Jünemann
(34)  No creáis que he venido a lanzar paz sobre la tierra(p) no he venido a lanzar paz, sino cuchilla.  (35)  Pues he venido a dividir hombre contra su padre e hija contra su madre, y nuera contra su suegra.  (36)  Y ¡enemigos del hombre, sus domésticos!  (37)  Quien amare a padre o a madre más que a mí, no es de mí digno; y quien amare hijo o hija más que a mí, no es de mí digno;  (38)  y quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es de mí digno.  (39)  Quien hallare su alma, perderála, y quien perdiere su alma, por causa mía, hallarála.  (40)  El que os recibiere a vosotros, me recibe y el que me recibiere, recibe al que me ha enviado.  (41)  El que recibiere a un profeta, en nombre de profeta, galardón de profeta recibirá; y el que recibiere a un justo, en nombre de justo, galardón de justo recibirá.  (42)  Y el que diere de beber a uno de estos pequeños(q) un cáliz de fría(r), solamente, en nombre de discípulo, en verdad os digo: no perderá, no, su galardón.»

Biblia Vulgata (latín)
(34)  nolite arbitrari quia venerim mittere pacem in terram non veni pacem mittere sed gladium  (35)  veni enim separare hominem adversus patrem suum et filiam adversus matrem suam et nurum adversus socrum suam  (36)  et inimici hominis domestici eius  (37)  qui amat patrem aut matrem plus quam me non est me dignus et qui amat filium aut filiam super me non est me dignus  (38)  et qui non accipit crucem suam et sequitur me non est me dignus  (39)  qui invenit animam suam perdet illam et qui perdiderit animam suam propter me inveniet eam  (40)  qui recipit vos me recipit et qui me recipit recipit eum qui me misit  (41)  qui recipit prophetam in nomine prophetae mercedem prophetae accipiet et qui recipit iustum in nomine iusti mercedem iusti accipiet  (42)  et quicumque potum dederit uni ex minimis istis calicem aquae frigidae tantum in nomine discipuli amen dico vobis non perdet mercedem suam



Comentario
CATENA AUREA de Santo Tomás de Aquino


Mateo 10:34-36 

"No creáis que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos". (vv. 34-36)

San Jerónimo
Había dicho antes: "Lo que os digo en las tinieblas decidlo en la luz": ahora nos manifiesta lo que debe seguir a la predicación, diciendo: "No creáis que he venido a traer la paz".

Glosa
O bien continúa en otros términos: "Así como no os debe retraer el miedo de la muerte, así tampoco os debe atraer el amor carnal".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,1
¿Pues cómo les mandó que diesen la paz a las casas donde entrasen? (Mat_10:12; Luc_10:5) ¿Pues cómo los ángeles dijeron: "Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres en la tierra" (Luc_2:14)? Aquí se manda la paz como el supremo remedio para evitar todo lo malo y alejarse de todo lo que produce la división, pues con sólo la paz se une la tierra con el cielo. Por eso el médico, a fin de conservar el cuerpo, corta lo que tiene por incurable. Y una horrorosa división fue causa de que terminara en la torre de Babel la paz infernal que allí había (Gén 11). Y San Pablo dividió a todos los que se habían unido contra él (Hch 23), porque no siempre la concordia es buena y los ladrones también se unen. No es del propósito de Cristo este combate, sino de sus enemigos.

San Jerónimo
Porque todo el mundo, al advenimiento de la fe cristiana, se hallaba dividido: cada casa tenía sus infieles y sus creyentes y por consiguiente, un combate beneficioso debía poner fin a una paz mala.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,1
Dijo esto como consolando a los discípulos, lo cual es como si les hubiera dicho: "No os turbéis", como si estas cosas sucedieran fuera de lo que esperábais, porque yo he venido a dar principio al combate. Y no dijo el combate, sino lo que es más difícil, "la espada". Porque quiso El, por la aspereza de las palabras, excitar más su atención, a fin de que no desmayasen después en las dificultades que se les presentarían y para que nadie pudiera decir que había ocultado con expresiones suaves las cosas difíciles. Porque vale más la dulzura en las cosas que en las palabras. No se detuvo El en estas amenazas, sino que les expuso desde luego la clase de combate que habían de sostener y les manifestó que el combate era más terrible que toda una guerra civil, diciendo: "Porque he venido a separar al hombre de su padre y a la hija de su madre"; en cuyas palabras hace ver que, no solamente será el combate en el hogar de la familia, sino hasta entre aquellos que estén más estrechamente unidos por los lazos del corazón o la naturaleza de las cosas: la prueba más evidente del poder de Cristo consiste en que los Apóstoles que escuchaban estas palabras las tomaran para sí y las inculcaran a otros.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,1
Aunque no hizo Cristo esta separación, sino la malicia de los hombres, se la atribuye sin embargo a El, siguiendo la manera ordinaria de expresarse la Escritura; así, por ejemplo, cuando dice: "Dios les dio ojos para que no vieran" (Rom 11; Isa_6:10), da a entender el parentesco que el Antiguo Testamento tiene con el Nuevo. Porque cualquiera entre los judíos, cuando hicieron el becerro (Ex 32) y después cuando ofrecieron sacrificios a Beelphegor (Núm 25), podía asesinar a su prójimo. De aquí es que para demostrar que le parecían iguales los del Antiguo y los del Nuevo Testamento, les hace mención de la profecía de Miqueas (Miq 7), diciendo: "Serán enemigos del hombre sus mismos domésticos". Y así sucedió entre los judíos: porque había bandos en el pueblo y las casas estaban divididas, había profetas verdaderos y profetas falsos. Los unos creían a unos y otros a otros.

San Jerónimo
Casi en los mismos términos está descrito este pasaje en el profeta Miqueas (Miq_7:5) Y es de notar que siempre que el Salvador recurre al testimonio del Antiguo Testamento, no interesa, si concuerdan las palabras o tan sólo el sentido.

San Hilario, in Matthaeum, 10
En sentido místico, la espada es el arma más acerada de todas las armas y es figura del poder y del juicio, de la severidad y del castigo de los pecadores. También es emblema de la palabra de Dios, enviada a la tierra para penetrar en los corazones de los hombres. Esta espada divide entre sí los cinco habitantes de una misma casa: tres contra dos y dos contra tres. Estos tres los hallamos en el hombre y son su cuerpo, su alma y su voluntad; porque así como el alma fue dada al cuerpo, así el poder de usar de uno y otro ha sido dado al hombre. Y por esta razón la Ley fue propuesta a la voluntad, como se ve desde luego en los primeros que salieron de las manos de Dios. Mas por el pecado y la infidelidad del primer padre, el pecado llegó a ser para las siguientes generaciones el padre de nuestro cuerpo y la infidelidad la madre de nuestra alma y la voluntad se adhiere a uno y a otra. Luego ya tenemos cinco habitantes en una misma casa. Cuando somos renovados por las aguas bautismales, la virtud de la Palabra nos separa de los pecados de nuestro origen y por las aberturas que hace en nosotros la espada de Dios, nos separamos de las afecciones de nuestro padre y de nuestra madre y resulta una gran lucha en la casa permanecer en esta novedad del espíritu, mientras que si desea continuar en su antiguo origen, se detiene en los placeres de la concupiscencia.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 3
O de otra manera: "He venido a separar al hombre de su padre", significa aquel que renuncia al diablo, de quien él era hijo: "Y el hijo de su madre", es decir, al pueblo de Dios de la ciudad mundana, esto es, de la perniciosa sociedad humana, significada en la Escritura, ya por Babilonia, ya por el Egipto, ya por Sodoma y ya por una multitud de otras denominaciones. "A la nuera de su suegra", es decir, a la Iglesia de la Sinagoga, que produjo, según la carne, a Cristo, Esposo de la Iglesia. Y son ellos divididos por la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios: "Y los enemigos del hombre son sus domésticos", con quienes, por costumbre, antes había estado unido.

Rábano
No puede observarse derecho alguno entre quienes existe la lucha de creencias.

Glosa
O de otro modo: dice esto dando a entender que no ha venido a los hombres para afirmarlos en sus deseos carnales, sino para cortarlos con la espada espiritual y por eso dice muy bien: "Los enemigos del hombre son sus domésticos".

San Gregorio Magno, Moralia, 3
Porque el astuto enemigo, cuando se ve rechazado del corazón de los buenos, busca a aquellos a quienes él ama mucho, a fin de que, penetrado el corazón por la fuerza del amor, deje fácil paso a la espada de la persuasión y llegue hasta los últimos atrincheramientos de la rectitud.

Mateo 10:37-39 

"El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí: y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí; el que halla a su alma, la perderá; y el que perdiere su alma por mí, la hallará". (vv. 37-39)

San Jerónimo
Aquel que había dicho antes: "No he venido a traer la paz sino la espada y a separar al hombre de su padre, de su madre y de su suegra", añade a fin de que nadie anteponga el sentimiento a la fe, lo siguiente: "El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí". También en el "Cantar de los cantares" se dice: "El ordenó en mí el amor" (Cnt_2:4). En todo amor es indispensable este orden: Ama, después de Dios, al padre, a la madre y a los hijos. Y si fuere necesario elegir entre el amor de los padres y de los hijos y el de Dios y no se pudiese amar al mismo tiempo a todos, el abandono de los primeros no es más que una piedad para con Dios. No prohibió, pues, amar al padre, a la madre y a los hijos, pero añade de una manera significativa "más que a Mí".

San Hilario, in Matthaeum, 10
Porque aquellos que hayan preferido sus afectos familiares a su amor, serán indignos de la herencia de los bienes futuros.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,1
No nos debe admirar el que mande San Pablo (Col 3) obedecer a los padres sobre todas las cosas, porque este mandato no se extiende a las cosas contrarias a la piedad. Es, en efecto, cosa santa el que les honremos sobremanera. Pero no debemos seguir su consejo cuando exigen de nosotros más de lo debido. Esta doctrina está conforme con el Antiguo Testamento: porque no solamente manda Dios (Lev 20) abandonar, sino apedrear a los que adoraban a los ídolos y. En el Deuteronomio se lee: "El que dijere a su padre y a su madre: No os conozco y a sus hermanos: os ignoro, todos éstos guardarán tu palabra" (Deu_33:9).

Glosa
Acontece con mucha frecuencia que los padres amen más a sus hijos, que éstos a sus padres. Por eso nos enseñó el orden gradual del amor: primero a El, después a los padres y y y después a los hijos. Así lo dice expresamente: "El que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí".

Rábano
Con estas palabras nos da a entender que no es digno de unirse con Dios el que prefiere el amor carnal al amor espiritual de Dios.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,2
En seguida, con el objeto de que no tuvieran pena alguna aquellos a quienes debe ser preferido el amor de Dios, los eleva El a pensamientos más sublimes. Nada verdaderamente hay más querido en el hombre que su vida y sin embargo, si no la abandonáis, tendréis adversidades. Y no sólo mandó simplemente el abandonarla, sino hasta entregarla a la muerte y a los tormentos sangrientos, enseñándonos que no sólo debemos estar preparados a morir, esto es, a sufrir cualquier clase de muerte, sino hasta la muerte más violenta y deshonrosa, es decir, hasta la muerte de cruz. Por eso dice: "Y el que no toma su cruz, etc". Aun no les había hablado acerca de su pasión, pero los va preparando entretanto, a fin de que acepten mejor sus palabras cuando trate de ella.

San Hilario, in Matthaeum, 10
O bien aquellos que han crucificado su cuerpo y con él sus vicios y sus concupiscencias, son de Cristo (Gál 5) y es indigno de Cristo el que no sigue al Señor después de haber tomado su cruz, por la que nosotros sufrimos con El, morimos, somos enterrados y resucitados, para vivir con espíritu nuevo en este misterio de la fe.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 57
La palabra cruz viene de cruciatu (tormento o mortificación). Nosotros podemos cargar con la cruz de dos maneras: o bien dominando nuestra carne por medio de la abstinencia o bien haciendo nuestras por compasión las neecesidades del prójimo. Pero es preciso tener presente, que hay algunos que hacen alarde de la mortificación, no por Dios, sino por una gloria vana y hay también algunos que se entregan por compasión al servicio del prójimo de una manera carnal y no espiritual, de suerte que le conducen como con cierta compasión, no a la virtud sino al pecado. Y así parece que ellos llevan la cruz, pero no siguen al Señor y. Por esto dice: "Y me sigue".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,2
Y puesto que a algunos podrían parecer demasiado duros estos preceptos, El expone su enorme utilidad mediante las siguientes palabras: "El que haya hallado su alma la perderá y el que la haya perdido por Mí la hallará", que equivale a decir: No sólo no es perjudicial lo que os he mandado, sino sumamente útil; lo contrario es lo perjudicial. Siempre el Señor toma sus argumentos de aquellas cosas que más desean los hombres: como si El dijera: ¿Por qué no quieres postergar tu alma? ¿Por qué la amas? Pues por lo mismo debes humillarla y entonces te será muy útil.

Remigio
Aquí se entiende por alma aquí, no la sustancia alma, sino la vida presente. Tiene el siguiente sentido: Aquel que ha hallado su alma, o sea esta vida presente, es decir, el que desea esta luz y su amor y sus placeres, con el objeto de poder tener siempre la vida que siempre deseó conservar, la perderá, esto es, se prepara para su condenación eterna.

Rábano
O de otro modo. No duda perder su vida, esto es, entregarla a la muerte, aquel que busca su salvación eterna. Ambas interpretaciones están conformes con lo que sigue: "Y el que perdiere su alma por causa mía, la encontrará".

Remigio
Esto es, y quien en el tiempo de la persecución, por confesar mi nombre, desprecie esta luz temporal, su amor y sus placeres, encontrará su salvación eterna.

San Hilario, in Matthaeum, 10
De esta manera la ganancia del alma conduce a la muerte y el perjuicio del alma a la salud; porque con el detrimento de esta vida rápida, se gana la inmortalidad.

Mateo 10:40-42 

"El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe a aquél que me envió. El que recibe al profeta en nombre de profeta, recibirá la recompensa de profeta; y el que recibe al justo en el nombre de justo, recibirá la recompensa de justo. Y cualquiera que diere a beber un vaso de agua fría a uno de estos pequeñitos, tan sólo en nombre de discípulo, os digo en verdad, no perderá su recompensa". (vv. 40-42)

San Jerónimo
Al mandar el Señor a sus discípulos a predicar, les enseña a no temer los peligros y a sujetar sus afectos a la fe. Y les había mandado no tener oro, ni llevar dinero en sus cintos, dura posición para los evangelistas. Porque ¿de dónde habían de sacar para sus gastos? ¿De dónde para su sustento? ¿De dónde para cubrir todas las demás necesidades? Por eso El suaviza la dureza de estos mandatos con la esperanza de las promesas, diciéndoles: "El que os recibe a vosotros, a Mí me recibe", a fin de que todo fiel crea que al recibiros a vosotros ha recibido al mismo Cristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,2
Verdaderamente son suficientes estas promesas para persuadir a todos los que recibieran a los apóstoles. Porque ¿quién no recibiría con el mejor deseo a unos hombres que de esta manera estaban fortalecidos, que despreciaban todas las cosas y no tenían más objeto que la salvación de otros? Ya más arriba amenazó castigar a todos los que no los quisieran recibir y ahora promete recompensar a los que los reciben y. Primero les promete tener la gran honra de recibir a Cristo y aun al Padre. Por eso dice: "Y el que me recibe, recibe a Aquel que me envió". ¿Y qué cosa puede igualarse a este grande honor de recibir al Padre y al Hijo?

San Hilario, in Matthaeum, 10
En estas palabras nos enseña que El tiene el oficio de mediador: porque viniendo El de Dios y recibiéndolo nosotros a El mismo, El mismo nos transmite a Dios y. Y según este orden de gracias, lo mismo es recibir a los apóstoles que recibir a Dios, puesto que Cristo está en los apóstoles y Dios en Cristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,2
Después de esta promesa les promete otra en los siguientes términos: "El que recibe al profeta en nombre del profeta, recibirá la recompensa del profeta y el que recibe al justo, etc". No dijo simplemente el que recibe al profeta o el que recibe al justo, sino que añadió en nombre del profeta y en nombre del justo : es decir, no por su dignidad o por otro motivo temporal, sino porque es profeta o porque es justo.

San Jerónimo
O de otro modo. Puesto que el Señor había alentado a los discípulos a recibir a los maestros, podían los fieles responderle desde el fondo de su corazón: Luego debemos recibir a los falsos profetas y y a Judas, el traidor. Para evitar esta interpretación, les dice el Señor que no miren a las personas sino al nombre y que no pierde la recompensa aquel que recibe, aun cuando el recibido haya sido indigno.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 35,2
Recibirá recompensa de profeta y recompensa de justo, esto es, la que corresponde a aquel que acoge al profeta o al justo, o la que ha de recibir el profeta o el justo.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20,12
Porque no dice: es del profeta o del justo la recompensa que ellos recibieron, sino la recompensa de profeta o de justo: puede ser justo este último y cuanto más despojado esté de este mundo, con tanta más confianza hablará en favor de la justicia. Aquel que posee alguna cosa en este mundo y con ella sostiene el justo, participará del mérito de la libertad de ese justo y dividirá el premio de la justicia con aquel a cuyas necesidades atendió. Ese hombre está lleno de espíritu de profecía, pero, sin embargo, necesita del alimento corporal y es cierto, que si no está alimentado su cuerpo, le faltará hasta la voz. Por consiguiente, el que alimenta al profeta, le da fuerzas para hablar; recibirá, pues, la recompensa del profeta aquel, que puso delante de los ojos de Dios los socorros con que ayudó al profeta.

San Jerónimo
En sentido místico, dividirá con el profeta la recompensa del profeta todo aquel que reciba al profeta como profeta y que esté convencido de que ese hombre habla de cosas futuras: por eso los judíos, que no comprendían a los Profetas más que en sentido carnal, no recibirán la recompensa de los Profetas.

Remigio
Entienden algunos por profeta al mismo Nuestro Señor Jesucristo, del cual dice Moisés: "Os suscitará Dios un profeta" (Deu_18:15) y también por el Justo, porque El es el justo por excelencia. El que recibe, pues, al Profeta y al Justo en nombre del Profeta y del Justo, esto es, de Cristo, recibirá la recompensa de parte de Aquél por cuyo amor recibe.

San Jerónimo
Podría alguno excusarse diciendo: yo soy pobre y mi pobreza me impide dar hospitalidad, excusa que desvanece el Señor con el ejemplo de una cosa tan insignificante como es el de dar de todo corazón un vaso de agua fría a uno de estos pequeñuelos. Dice de agua fría y no caliente, a fin de que la pobreza no careciese de mérito en la imposibilidad de calentar el agua por no tener combustible para ello.

Remigio
Dice a uno de estos pequeñuelos, esto es, no solamente a los justos y a los Profetas, sino a cualquiera por insignificante que sea.

Glosa
Notad cómo Dios atiende más al piadoso afecto del que da, que a la cantidad de la cosa que se da. O también: son pequeñitos aquellos que nada poseen en este mundo y serán jueces con Cristo.

San Hilario, in Matthaeum, 10
O también: previendo El que había de haber muchos que no teniendo más gloria que la que da el nombre de apóstol y que por las acciones de su vida harían dudosa toda verdad, no deja sin recompensa el obsequio que por un motivo religioso se haga a éstos mismos. Porque aunque éstos sean los más pequeños de todos, esto es, los últimos de los pecadores, los servicios que se les haga, aun los más insignificantes expresados por el vaso de agua fría, tendrán valor, porque no se dio el honor a los pecados del hombre, sino al nombre de discípulo.

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