jueves, 24 de junio de 2010

Encuentro del 22 de Julio de 2010 - La Realeza de Nuestro Señor Jesucristo

En el encuentro del martes hablamos sobre nuestras experiencias personales de cercanía o lejanía de Dios, primero tratar de describir aquello que se siente cuando Cristo no reina en nuestra vida, y luego el gozo y felicidad que experimentamos cuando Jesucristo señorea en nuestras vidas.
Pero sin quedarnos en lo subjetivo, pasamos a lo objetivo tratando de determinar si hoy Cristo reina, por qué es Rey, de qué es Rey y quienes son sus soldados.

Para ello utilizamos dos textos:

1- Realeza de Cristo
Autor: Padre Nicolás Schwizer
En aquel tiempo preguntó Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato le respondió: «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero no, mi Reino no es de aquí».
Pilato le dijo: Conque ¿tú eres rey? Jesús le contestó:«Tú lo dices: soy Rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
Reflexión
Las Lecturas bíblicas nos hablan de la realeza universal de Jesucristo.
El pueblo judío estaba esperando, ya desde siglos, la llegada del Mesías y de su reino mesiánico. Pero la mayoría de los israelitas pensaban en el Mesías como en un Rey político, terreno y nacionalista.
En cambio, Jesús rechaza categóricamente este concepto mundano de su mesianismo. Su reino se edifica en este mundo, pero no tiene nada que ver con los reinos terrenales. En varias oportunidades quieren proclamarle rey, pero cada vez Jesús se esconde.
Él se declara rey recién cuando esta afirmación ya no causa ningún peligro. Está solo, prisionero, las manos atadas a su espalda, coronado de espinas, delante de Pilato: “Tú lo dices, yo soy rey”. Y, además, quiere explicar para siempre: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
Jesús no hace competencia a ninguna potestad humana, porque Él es Rey de los hombres en otro nivel superior. En otra ocasión nos dice, en qué sentido entiende Él su realeza: “Los reyes de las naciones las tiranizan y reciben el
nombre de bienhechores. Pero yo no: yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”.
Jesucristo, nuestro Rey y Dios, se pone al servicio de los hombres durante toda su vida terrenal. Y es el Rey del mundo, porque ha amado tanto el mundo que le ha dado su vida en la cruz. Cristo no ha triunfado sino por medio del fracaso, del sufrimiento y de la muerte.
El monte del Calvario es su investidura como Rey, la cruz su trono improvisado, la corona de espinas su insignia. Y así dice la inscripción en la cruz: “Este es el Rey de los judíos”.
Aunque los soldados se burlen y los judíos se enojen de esta inscripción, nosotros sabemos que desde entonces Él es Rey verdaderamente.
El reinado de Cristo llega a su perfección en su resurrección y ascensión. Porque con ellas se glorifica Jesús como Creador y Señor del mundo. Desde entonces está sentado a la derecha del Padre en su trono y ejerce su reinado
universal sobre todos los seres. Es lo que nos revelan la primera (Daniel 7, 13-14) y la segunda (Apocalipsis 1, 5-8) lecturas, cuando nos presentan la
realeza de Cristo sobre el mundo creado y redimido.
Cristo Rey ilumina también la condición cristiana de todos nosotros. Porque el ejemplo de Cristo vale para cada cristiano. Por eso nos dice en su Evangelio: “Quien quiere ser grande entre vosotros, que se haga vuestro
servidor, y el que quiere ser el primero entre vosotros, que sea el siervo de todos”.
Así toda la autoridad cristiana imita la de Cristo. El primado del Papa es un primado de función y de servicio. El título más hermoso de los Papas es el de “Siervo de los siervos de Dios”. Y nuestro Santo Padre Juan Pablo II fue tan
querido porque se manifestó como Buen Pastor, como un siervo que ama y respeta a todos los hombres.
También la Iglesia - y con ella todos sus representantes - sabe que está al servicio de los hombres. Sabe que ha venido, como su Maestro, no a dominar sino a servir. Y así está renunciando más y más a todo poder terreno, para no
ejercer más que el poder del amor.
O pensemos en la autoridad de los padres sobre los hijos: no debe ser un poder de dominio, sino una invitación a una entrega cada vez mayor, a un amor cada vez más desinteresado y respetuoso. Será jefe el que ama más. Será jefe el que más se asemeja a Cristo Rey, que está en medio de nosotros como uno que sirve.
¡Cómo cambiarían nuestras parroquias, nuestras obras, nuestras familias y nuestros gobiernos, si aquellos que quieren ser los primeros se hicieran realmente los servidores de todos!
Queridos hermanos, nosotros, los que somos de Cristo, debemos inaugurar su reinado en nuestro ambiente - nuestras familias, nuestros grupos, nuestras parroquias, nuestros lugares de trabajo - haciéndonos en medio de los demás cada uno el servidor de todos ellos.
Esto es lo que nuestro Rey espera de nosotros. Y para ello vamos a recibir su ayuda en esta Eucaristía, comiendo de su pan celestial.
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

2)¿Cómo es nuestro Cristo Rey?
Autor: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net


OBJETIVO
Renovar nuestra ilusión de trabajar por Cristo Rey, a fin de llevar su Reino a nuestro alrededor, a nuestra familia, a
nuestros amigos.
PETICIÓN
Señor Jesucristo, Rey del Universo, te pido la gracia de que establezcas tu Reino de paz, de verdad, de amor, de esperanza y de pureza, en mi corazón, para que después me lance a llevar bien alta tu bandera, esa bandera cuyos
colores me trazaste en las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-8).
PUNTOS DE REFLEXIÓN
1. ¿Cómo es nuestro Cristo Rey? Cuando vino hace dos mil años, vino oculto en pañales, en la humildad, sencillez, pobreza, mansedumbre. No quiso imponerse, sino proponerse. No quiso ser temido, sino acogido y amado. No quiso hacer ruido, sino pasar desapercibido. Se dejó alimentar, enseñar, adoctrinar. Caminó, se cansó, tuvo sed, lloró. Fue amado por uno hasta la locura del martirio. Y odiado por otros, hasta llevarle a la muerte. Un Rey que guardó la espada de su justicia, para desplegar sólo la capa de su misericordia, que tendía a todos los que a Él se acercaban. Un Rey que salió a la conquista del mundo, no con un ejército de fieros guerreros, adiestrados en artes marciales o bélicas; sino con un minúsculo equipo de humildes pescadores, que sólo sabían el arte de pescar y remendar las redes. Un Rey
que anunció su Reino maravilloso de paz, de humildad, de pobreza, de pureza, de verdad.
Un Rey que prefirió morir por sus súbditos, y así salvarnos. Pero un Rey que resucitó, se fue al Cielo, nos dejó su presencia viva en la Eucaristía y en los sacramentos. Y un Rey que vendrá Glorioso, al final de los tiempos para
desplegar su Justicia y dar su premio a quienes lucharon con Él.
2. ¿Cuál es el objetivo de este Rey? El plan estratégico de Cristo Rey es llevar su Reino a todas partes, no por las armas, ni por la violencia, ni por el engaño, sino por la fuerza del amor. Llevar su Reino de justicia, que destruya toda injusticia. Su Reino de amor, que acabe con los odios y egoísmos. Su Reino de verdad, que aniquile la mentira y los errores doctrinales. Su Reino de paz, que suplante a la guerra. Su Reino de pureza, que limpie toda inmundicia.
Su Reino de vida, que termine con esa terrible cultura de la muerte (aborto, eutanasia, manipulación genética). Su Reino de luz, que desenmascare a las falsas antorchas del liberalismo, neomodernismo, tecnicismo que pretenden
iluminar nuestra sociedad y lo único que están logrando es dejarnos bizcos y ciegos para las cosas espirituales y echar de un plumazo a Dios de la esfera política, económica y social. Su Reino de desprendimiento interior, que desate todas esas cadenas que nuestro mundo y del dinero nos pone, arrebatándonos la verdadera libertad interior. Su Reino de esperanza, que anime a los desalentados y desilusionados de la vida. Su Reino de verdadera alegría, que supla esa otra alegría postiza y ligera de los fáciles placeres. Su Reino de fe, que disipe el ateísmo, el agnosticismo y el indiferentismo religioso que cunden en nuestro mundo; y que acabe con esos movimiento pseudorreligiosos que intentan robar nuestra fe y mezclarla con elementos paganos.
3. ¿Cuáles son las exigencias de Cristo Rey? Son tres: negarse a sí mismo, tomar la cruz de cada día y seguir las huellas de este Rey, llevando en la mano y en el corazón su estandarte y su bandera. Negarse a sí mismo significa luchar para contrarrestar esas tendencias desordenadas que todos llevamos dentro desde el pecado original: la tendencia a la ambición, a los apegos, a la vida fácil, al egoísmo, al disfrute sin freno, a la vanidad, a la soberbia, a querer tener la razón, a imponerme. El medio para negarnos es la mortificación de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos...y la búsqueda de cuanto me cuesta por amor a Cristo. Tomar la cruz cada día significa mirar la cruz de frente, no rehuir, ni acortarla, ni cubrirla de terciopelo para que no me moleste, agradecerla todos los días a Dios, llevarla con serenidad, paciencia y, si es posible, con alegría interna...Todos los días, no sólo cuando no me pesa.
Seguir las huellas de Cristo significa que tengo que poner mi pie donde Jesús lo ha puesto, pues Él va delante marcando el camino. Llevando su bandera con orgullo, con amor y alegría y clavándola en mi casa, en mi trabajo, en
todas partes donde vaya.




Y para terminar nuestro discernimiento cristiano de acuerdo al Magisterio de la Iglesia Católica Apostólica Romana, comentamos una síntesis de la Encíclica Quas Primas, del Sumo Pontífice Pio XI, una encíclica que tiene mas de 80 años pero que podemos considerar profética.






Link: QUAS PRIMAS








La encíclica de Pio XI, nos muestra que nos hallamos rodeados, emboscados, por terribles enemigos, grandes males, y como conjunción de éstos por amargos frutos.
Los terribles enemigos son el Laicisismo Integral y la Apostacía General de la Sociedad. El Laicisismo integral niega cualquier vestigio de la Verdad Revelada, consigna que todo lo que lleva el signo de Cristo debe ser desterrado.
El segundo enemigo, mucho mas terrible es la Apostacía, que consiste en un combate de la Fe previamente negada, es el rechazo, la profanación por los que eran o dicen ser fieles. Es hacer a la Iglesia como el Mundo quiere. Es servir al reino de la Satanás y a la potestad de las tinieblas, es hacer de la Verdadera Religión (Católica Apostólica Romana) una falsa religión. Desgraciadamente en nuestra Iglesia muchas veces hay un proceso disimulado de autodrestrucción por no cimentarnos en La Verdad (Cristo), y nos encontramos con la realidad de falsos cultos, una religiosidad fenomenológica, inmanentista y sentimentalista que empieza a predominar en negación a la Verdad Revelada.
Los grandes males son el rechazo de Jesucristo en la vida pública y privada, y la búsqueda de una paz internacional de espaldas a Cristo, siguiendo a Santo Tomás si la Paz es la tranquilidad del orden, si negamos al Ordenador que es Cristo Rey, nunca habrá una verdadera paz en el mundo porque a diferencia de la paz del mundo, Cristo nos da la Paz que procede de Dios, porque el no da la Paz como la da el mundo.
Y como consecuencia de los terribles enemigos y los grandes males surgen los amargos frutos que tanto se destacan en la sociedad moderna, la discordia, la codicia, las rivalidades, el egoísmo, la comodidades particulares, la desmembración de la familia, la epidémia de los errores heréticos, y muy especialmente se encarga de señalar el Sumo Pontífice el cansancio de los buenos y el acostumbramiento al mal.
Ante este panorama desolador debemos recordar ésta sabia frase de Juan Pablo II "No Tengaís Miedo" porque hay una esperanza porque tenemos una Doctrina, un Amor y un Combate.
Nuestra Doctrina es la de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo, Cristo es Rey, y realmente lo es, lo es  a causa del supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad. Pero también lo es en un sentido real y propio que es confirmado escriturísticamente, Cristo es Rey porque toda potestad le ha sido dada en el Cielo y en la Tierra, Él es Rey, Juez y Legislador Supremos a él debemos obedecer. Por eso debemos afirmar la real soberanía de Cristo sobre las sociedades humanas y tomar su voluntad como nuestro criterio de vida.
Tenemos un Amor, no el amor del mundo, sino el Amor Cristiano, el amor a la Cruz, siguiendo a Santo Tomás en la crucificción se hayan todas las virtudes, el amor, la obediencia, la paciencia;la cruz es el summun de las virtudes.
Y tenemos un combate contra los criminales propósitos del laicisimo integral y de la apostacía superando nuestros temores y vergüenzas convirtiendonos en verdaderos combatientes de y por los Derechos de Dios. Estamos llamados a iniciar en nuestras vidas, y continuar esa Cruzada que dieron durante muchas generaciones los cristianos contra el reinado de satanás, debemos ser soldados del ejército cristero, intransigentes con el error sin ceder en nada hasta lograr instaurar todas las cosas en Cristo (Omnia Instaurare In Christo)





Por último iluminamos nuestra reflexión con el Evangelio según San Mateo
18 Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.

19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo".


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