jueves, 9 de septiembre de 2010

Mitos de las Cruzadas


Título: Mitos de las Cruzadas.
Autor: Thomas F. Madden.
Copyright by Thomas F. Madden 2002.
All rights reserved. Original en Inglés: Crusade Myths
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Las Cruzadas han sido mencionadas últimamente en las noticias. El presidente Bush cometió un error al referirse a la guerra en contra del terrorismo como una “cruzada”, y fue muy criticado por pronunciar esta palabra ofensiva e hiriente para el mundo musulmán. Si es tan hiriente, ¿porque será que los musulmanes la usan tan constantemente?. Osama bin Laden y Mullah Omar repetidamente se refieren a los norteamericanos como los “cruzados” y a la guerra actual como “una cruzada en contra del Islam”. Durante décadas los norteamericanos han sido denominados “cruzados” o “vaqueros” entre los árabes del Oriente Medio. Es evidente que las cruzadas están muy en boga en el mundo musulmán.
Tampoco han sido olvidadas en Occidente. En realidad, a pesar de las muchas diferencias entre oriente y occidente, la mayoría de las personas de ambas culturas coinciden en las ideas acerca de las Cruzadas. Es comúnmente aceptado que las Cruzadas representan una mancha en la historia de la civilización occidental en general, y de la Iglesia católica en particular. Cualquier persona ansiosa de atacar al catolicismo no demorará demasiado en sacar el tema de las Cruzadas y la Inquisición. Las Cruzadas son frecuentemente usadas como el clásico ejemplo de la maldad de la religión organizada. Un hombre común y corriente en una calle de Nueva York o en el Cairo, coincidirán en que las Cruzadas constituyeron un ataque tramposo, cínico e improvocado llevado a cabo por fanáticos religiosos en contra de los pacíficos, prósperos y refinados musulmanes.
Pero no siempre fué así. Durante la Edad Media cualquier cristiano europeo creía que las Cruzadas constituían un acto de máximo bien. Incluso los musulmanes respetaron los ideales de las Cruzadas y la piedad de los hombres que pelearon en ésta. Pero esta concepción cambió con la Reforma Protestante. Para Martín Lutero, que ya había desechado las doctrinas de la autoridad papal y las indulgencias, las Cruzadas no eran más que una maniobra de poder y avidez papal. De hecho, argumentó que combatir a los musulmanes significaba combatir a Cristo mismo, ya que fué Cristo quien envió a los turcos para que castigaran a los cristianos, debido a sus faltas. Cuando el sultán Suleiman el Magnífico y sus ejércitos invadieron Austria, Lutero cambió de opinión acerca de la necesidad de combatirlos, pero continuó condenando a las Cruzadas. Durante los dos siglos posteriores, las personas tendieron a ver las Cruzadas bajo un lente confesional: los protestantes las demonizaban, mientras que los Católicos las exaltaban. En cuanto a Suleiman y sus sucesores, se alegraron de haberse librado de ellos.
Fué en la Ilustración del siglo XVIII cuando nació el actual punto de vista de las Cruzadas. La mayoría de los filósofos, como Voltaire, creían que la cristiandad medieval fué una vil superstición. Para ellos, las Cruzadas fueron una migración de bárbaros guiados por el fanatismo, la avaricia y la lascivia. Desde entonces, el punto de vista de la Ilustración ha estado de moda una y otra vez.
Las Cruzadas recibieron buena prensa como guerras de la nobleza que fueron (aunque no religiosas) durante el periodo Romántico y a principios del siglo XX. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, la opinión se volvió decisivamente en contra de las Cruzadas, debido a Hitler, Mussolini y Stalin, los historiadores consideraron desagradable cualquier ideología de la guerra. Este sentimiento fué expresado por sir Steven Runciman en su obra, Una Historia de las Cruzadas (1951-54). Para Runciman, las Cruzadas fueron moralmente repugnantes, actos de intolerancia en el nombre de Dios. El hombre medieval que tomó la cruz y marchó hacia el Medio Oriente era cínicamente malvado, un avaricioso rapaz o ingenuo y crédulo. Esta historia, maravillosamente escrita, pronto se convirtió en un clásico. Casi sin ayuda, Runciman definió el punto de vista popular moderno de las Cruzadas.
Desde la década de 1970, las Cruzadas han atraído a muchos estudiosos que meticulosamente la han examinado. Aunque los frutos de esas décadas de estudio han tardado en permear en la mente popular. En parte es culpa de los historiadores, quienes tienden a publicar sus estudios en un lenguaje poco accesible para los que no pertenecen a la academia. Pero es también debido a una clara renuencia entre las modernas élites a abandonar la visión de las Cruzadas de Runciman. Y así, los libros modernos que tratan sobre las Cruzadas, deseando, después de todo, ser populares, tienden a copiar a Runciman. Lo mismo ocurre con otros medios, como los documentales en la televisión. Las Cruzadas (1995), producida por la BBC/A&E, estelarizada por Terry Jones aprovechando su fama por su participación en Monty Python (programa de comedia), para darle a éste un aire de autoridad, los productores lo integraron a un grupo de distinguidos historiadores sobre la Cruzadas, quienes dieron su punto de vista sobre los acontecimientos. El asunto fue, que los historiadores no coincidían con la ideas de Runciman, no hubo problema, los productores simplemente editaron las entrevistas grabadas, de una manera suficientemente astuta como para que los historiadores parecieran estar de acuerdo con las ideas de Runciman. El profesor Jonathan Riley-Smith vehementemente me dijo: “¡Me hicieron ver diciendo cosas increíbles!”
Entonces, ¿cuál es la verdadera historia de las Cruzadas?, como se podrán imaginar, ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero hay buenas versiones, escritas en los últimos veinte años, bastante comprensibles. Por el momento, dado el aluvión de cobertura que se está haciendo hoy en día de las Cruzadas, tal vez sería mejor considerar sólo lo que las Cruzadas no fueron. Aquí, entonces, están algunos de los mitos más comunes y por qué están equivocados.
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Mito 1: Las Cruzadas fueron guerras de agresión no provocadas en contra de los pacíficos musulmanes.
Esto no puede ser más incorrecto. Desde la época de Mahoma, los musulmanes siempre han buscado la conquista del mundo cristiano. Ellos han realizado un buen trabajo en esto. Después de unos pocos siglos de conquistas constantes, los ejércitos musulmanes tomaron todo el norte de África, el Medio Oriente, Asia Menor y la mayor parte de España. En otras palabras, a fines del siglo XVII, las fuerzas del Islam habían capturado dos tercios del mundo Cristiano: Palestina, la tierra de Jesucristo; Egipto, el lugar del nacimiento de la vida monástica cristiana; Asia Menor, donde san Pablo plantó las semillas de las primeras comunidades cristianas. Estas áreas geográficas no representaban la periferia del cristianismo sino su núcleo. Y los imperios musulmanes no habían terminado, continuaron presionando hacia el oeste, hacia Constantinopla, la entrada hacia Europa. En cuanto a la agresión no provocada, es evidente que fue llevada a cabo por los musulmanes. En algún punto el cristianismo se debía defender o sucumbir a las conquistas musulmanas. La primera cruzada fue convocada por el Papa Urbano II en 1095 como respuesta a una urgente llamada de auxilio del Imperio Bizantino en Constantinopla. Urbano llamó a los caballeros de la cristiandad para ayudar a los hermanos de oriente. Fué una misión de misericordia el liberar a los cristianos del oriente de los conquistadores musulmanes. En otras palabras, las Cruzadas fueron desde el principio una guerra defensiva. La historia completa de las Cruzadas de oriente trata sobre la respuesta a la agresión musulmana.
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Mito 2: Aunque los cruzados vistieron cruces, realmente estaban interesados en el botín y las tierras. Su aspecto piadoso sirvió para cubrir su rapaz avaricia.
Los historiadores solían creer que se había desatado una crisis debido a que mucho nobles habían tenido un segundo hijo, estos individuos fueron entrenados en las artes caballerescas pero no había tierras que heredarles. Las Cruzadas, por consiguiente, fueron vistas como una válvula de escape, mandando a esos beligerantes hombres lejos de Europa en donde ellos pudieran conseguir tierras para sí mismos a expensas de otros. Los estudiosos contemporáneos, asistidos con el advenimiento de las bases de datos informáticas, han desmentido este mito. Ahora sabemos que fueron los primogénitos en Europa los que atendieron el llamado del Papa en 1095, así como en los subsiguientes llamados. Las Cruzadas fueron una empresa enormemente costosa. Los nobles se vieron en la necesidad de vender o hipotecar sus tierras para hacerse de fondos. Tampoco estaban interesados en reinos extranjeros. Así como un soldado en el presente, el cruzado medieval estaba orgulloso de realizar su deber, pero añoraba regresar a casa. Después de los espectaculares éxitos de la primer Cruzada, con Jerusalén y la mayor parte de Palestina en manos de los cruzados, virtualmente todos ellos regresaron a casa. Únicamente un pequeño grupo permaneció para consolidar y gobernar los recientes territorios ganados. El botín también fué escaso. De hecho, aunque los cruzados soñaban en las vastas y ricas ciudades orientales, ninguno pudo siquiera recuperar sus gastos. Pero las tierras ni el dinero fueron las razones por las cuales participaron en las Cruzadas. Ellos lo hicieron para expiar sus pecados y así merecer la salvación por haber hecho buenas obras en tierras remotas.
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Mito 3: Cuando los cruzados capturaron Jesuralén, en 1099, masacraron a cada hombre, mujer y niño de la ciudad, y las calles estaban inundadas de sangre que llegaba a la altura de los tobillos.
Este es uno de los favoritos para demostrar la maldad de las Cruzadas. Recientemente, Bill Clinton, en un discurso en Georgetown citó esto como una razón por la que los Estados Unidos es una víctima del terrorismo musulmán (aunque el sr. Clinton obtuvo como efecto de esto un mantón de sangre a la altura de los tobillos). Es cierto que mucha gente murió en Jerusalén después de que los cruzados capturaron la ciudad. Pero esto debe ser entendido en el contexto histórico. La norma moral aceptada en todas las civilizaciones pre-modernas europeas y asiáticas era que una ciudad que resistía y era capturada por la fuerza, pertenecía a las huestes victoriosas. Esto incluía no sólo los edificios y los bienes, sino la población también. Esta es la explicación por la que cada ciudad o fortaleza tenía que sopesar si debía o no resistir a los que los asediaban. Si no lo hacía, podría negociar los términos de la rendición. En el caso de Jerusalén, los defensores resistieron hasta el final. Éstos calcularon que las formidables murallas de la ciudad mantendrían acorralados a los cruzados, hasta que una fuerza que llegaría de Egipto los relevara. Se equivocaron, y cuando la ciudad cayó, se llevaron el premio. Muchos murieron, otros pagaron por su libertad o se les dejó ir. Para las normas actuales, esto puede parecer brutal. Aún así, un caballero medieval si pudiera, señalaría que mueren más hombres, mujeres y niños inocentes en un bombardeo moderno durante una guerra, que los que morirían por la espada durante el asedio a una ciudad durante uno o dos días. Cabe señalar que en las ciudades en que la gente se rindió a los cruzados, no fueron molestados, retuvieron sus propiedades y se les permitió practicar su culto. En cuanto a los ríos de sangre, ningún historiador lo acepta más que como una figura literaria. Jerusalén es una ciudad grande, pero la cantidad de sangre necesaria para llenar las calles con un riachuelo continuo de siete centímetros de profundidad, requeriría más gente de la que vivía, no en la ciudad, en la región.
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Mito 4: Las Cruzadas sólo fueron colonialismo medieval disfrazado con adornos religiosos.
Es importante recordar que en la Edad Media, Occidente no era una poderosa cultura dominante arriesgándose en una región atrasada y primitiva. El oriente musulmán era el poderoso, opulento y con abundancia. Europa era el tercer mundo. Los estados de las Cruzadas, fundados en el principio de la primera Cruzada, no eran nuevos asentamientos de católicos en el mundo musulmán, como la colonización británica en Norteamérica. La presencia católica en los Estados Cruzados fué siempre escasa, fácilmente menos del diez por ciento de la población. Estos eran los gobernantes y magistrados, así como los mercaderes italianos y miembros de las órdenes militares. Era musulmana la aplastante mayoría de la población en los Estados Cruzados. No eran colonias, por consiguiente, en el sentido de plantaciones o incluso fábricas, como en el caso de la India. Eran puestos de avanzada. El fin principal de los Estados Cruzados era defender los Lugares Santos en Palestina, especialmente Jerusalén, y el de proveer un ambiente seguro a los peregrinos cristianos que visitaban esos lugares. Ningún país mantenía relaciones económicas con los Estados Cruzados, ni los europeos se beneficiaron de éstos. Todo lo contrario, el costo de mantener las Cruzadas para sostener el Oriente Latino, representó un grave gasto de recursos europeos. Como puestos de avanzada, los Estados Cruzados mantenían un enfoque militar. Mientras los musulmanes pelearon entre ellos, los Estados Cruzados estuvieron a salvo, pero una vez unidos, estuvieron en posibilidad de desmantelar las fortalezas, capturar las ciudades, y en 1929, expulsaron a los cristianos en su totalidad.
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Mito 5: Los Cruzados también combatieron en contra de los judíos.
Ningún papa jamás llamó a una cruzada en contra de los judíos. Durante la primera Cruzada, una banda de pendencieros, no asociada con el ejército principal, se dirigió al centro de la Renania y robaron y asesinaron a los judíos que encontraron ahí. En parte fue debido a su codicia, y en parte también se deriva de la creencia errónea de que los judíos, siendo los que crucificaron a Jesús, eran legítimos objetivos de guerra. El papa Urbano II y los que le siguieron condenaron enérgicamente estos ataques en contra de los judíos. Los obispos locales y otros religiosos, junto con algunos laicos trataron de defenderlos, pero con éxito parcial. En forma similar, durante el comienzo de la segunda Cruzada, un grupo de renegados mató a muchos judíos en Alemania antes que san Bernardo fuera capaz de interceptarlos y detenerlos. Estos fallos del movimiento fueron un desafortunado resultado del “entusiasmo” de las Cruzadas. Pero los judíos no estaban en el propósito de la Cruzada. Usando una analogía moderna, durante la Segunda Guerra Mundial, algunos soldados norteamericanos cometieron crímenes durante las misiones en suelo extranjero, fueron arrestados y castigados por esos crímenes. Pero el propósito de la Segunda Guerra Mundial no era cometer crímenes.
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Mito 6: Los Cruzados eran tan corruptos y viles que incluso tenían una Cruzada de niños.
La llamada “Cruzada de los niños” de 1212, no fue ni cruzada, ni ejército de niños. En Alemania hubo una particular muestra de entusiasmo religioso, que llevó a algunos jóvenes, en su mayoría adolescentes, proclamarse ellos mismos cruzados y comenzar una marcha hacia las costas. En el camino se ganaron mucho apoyo popular y no pocos forajidos, ladrones y pordioseros también. El movimiento se fragmentó en Italia y finalmente acabó, cuando, llegados al Mediterráneo, se les hizo imposible cruzarlo. El papa Inocencio III no convocó esta cruzada. En efecto, el papa repetidamente instó a los no combatientes a permanecer en casa, ayudando a la contienda por medio del ayuno, oraciones y limosnas. En este caso, elogió el entusiasmo de los jóvenes que marcharon tan lejos, pero les pidió que regresaran a sus casas.
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Mito 7: El papa Juan Pablo II defendió a las Cruzadas.
Este en un mito extraño, en vista de que el papa fué muy criticado por no disculparse directamente por las Cruzadas, cuando se disculpó por todos aquellos cristianos que han hecho daño injustamente. Es verdad, Juan Pablo II recientemente se disculpó con los Griegos por el saqueo llevado a cabo en la cuarta Cruzada en Constantinopla, en 1204. Pero el papa Inocencio III, en su tiempo, expresó su aflicción por este acontecimiento. Este también, fué un trágico error en el que Inocencio III hizo todo lo posible por evitarlo.
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Mito 8: Los musulmanes, que recuerdan vívidamente las Cruzadas, tienen una buena razón para detestar al Occidente.
Realmente el mundo musulmán recuerda tan bien a las Cruzadas como el Occidente. Esto es, incorrectamente. Esto no debe sorprender. Los musulmanes tienen como fuente de información acerca de las Cruzadas, las mismas historias podridas que las que usa el Occidente. Los musulmanes suelen celebrar las Cruzadas como una gran victoria para ellos, después de todo, ganaron. Pero los autores occidentales, ocupados por el legado del imperialismo moderno, han contaminado el sentido de las Cruzadas, promoviéndolas como guerras de agresión y pintando a los musulmanes como plácidas víctimas (Nota del T: Con el fin de incentivar hoy la agresión “justificada” en ellos, y así, los norteamericanos principalmente, tener un oponente a quien combatir, con todas las consecuencias implícitas en esto.) Al hacer esto, han invalidado siglos de triunfos musulmanes, ofreciéndoles a cambio su consolidación como eternas víctimas.
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Thomas F. Madden es Catedrático Asociado y preside el Departamento de Historia en la Universidad de San Luis. Es autor de Historia concisa de las Cruzadas y co-autor de La Cuarta Cruzada

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