+ Continuación del Santo Evangelio según San Juan (X, 11-16)
Biblia versión Nacar-Colunga
(11)
"Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas;"
(12) el asalariado, el que no es pastor dueño de sus ovejas, ve venir
al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata y dispersa las
ovejas, (13) porque es asalariado y no le da cuidado de las ovejas.
' (16) Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que
Yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo
pastor.
Laus tibi Christe
Biblia versión Jünemann
(11)
Yo soy el pastor, el bello(a). El pastor, el bello, su alma pone por
las ovejas; (12) pero el mercenario y el que no es pastor, de quien
no son las ovejas propias, ve al lobo venir y abandona las ovejas y huye
(y el lobo arrebátalas y dispersa); (13) porque mercenario es y no
le importa de las ovejas. (14) Yo soy el pastor bello, y conozco las
mías, y conócenme las mías; (15) según me conoce el Padre y yo
conozco al Padre; y mi alma pongo por mis ovejas. (16) Y otras ovejas
tengo que no son de este redil; también aquéllas debo traer, y mi voz
escucharán, y haráse un rebaño, un pastor.
Biblia Vulgata (latín)
(11)
ego sum pastor bonus bonus pastor animam suam dat pro ovibus (12)
mercennarius et qui non est pastor cuius non sunt oves propriae videt
lupum venientem et dimittit oves et fugit et lupus rapit et dispergit
oves (13) mercennarius autem fugit quia mercennarius est et non
pertinet ad eum de ovibus (14) ego sum pastor bonus et cognosco meas
et cognoscunt me meae (15) sicut novit me Pater et ego agnosco Patrem
et animam meam pono pro ovibus (16) et alias oves habeo quae non
sunt ex hoc ovili et illas oportet me adducere et vocem meam audient et
fiet unum ovile unus pastor
Comentario
CATENA AUREA de Santo Tomás de Aquino
Juan 10:11-13
"Yo
soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Mas el
asalariado y que no es el pastor, del que no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata y esparce
las ovejas. Y el asalariado huye, porque es asalariado y porque no
tiene parte en las ovejas". (vv. 11-13)
San Agustín, in Joanem tract 46 et 47
El
Señor nos descubre dos cosas, que nos había propuesto en cierto modo
encubiertas. Nosotros sabemos desde un principio que El mismo es la
puerta; ahora nos enseña que es pastor, por estas palabras: "Yo soy el
buen pastor". Más arriba nos había dicho que el pastor entraba por la
puerta. Si, pues, El mismo es la puerta, ¿cómo entra por sí mismo? Así
como El por sí mismo conoce al Padre y nosotros le conocemos por El, de
la misma manera El entra en el redil por sí mismo y nosotros entramos
allí por El. Nosotros, porque predicamos a Cristo entramos por la
puerta. Pero Cristo se predica a sí mismo; porque su predicación le
muestra a El mismo, muestra la luz y otras muchas cosas. Si aquellos
que presiden la Iglesia, que son sus hijos, son pastores, ¿cómo es que
no hay más que un solo pastor sino porque todos aquellos son miembros
de un solo pastor? Y en verdad el ser pastor lo concedió a sus miembros;
pues Pedro es pastor, y los demás Apóstoles son pastores, y todos los
buenos obispos son pastores. Pero la prerrogativa de ser puerta no la
concedió a ninguno de nosotros; la reservó para sí solo. No habría
añadido a la palabra pastor la cualidad de bueno, si no hubiera
pastores malos; ellos son ladrones y salteadores, o por lo menos
mercenarios.
San Gregorio, in Evang hom 14
El
añade la manera de ser del pastor bueno, para que nosotros le imitemos.
"El buen pastor da su vida por sus ovejas". Hizo lo que aconsejó,
manifestó lo que mandó, dio su vida por sus ovejas, para hacer de su
cuerpo y de su sangre un sacramento para nosotros y para poder saciar
con el alimento de su carne a las ovejas que había rescatado. Se nos
puso delante el camino del desprecio de la muerte, que debemos seguir, y
la forma divina a la que debemos adaptarnos. Lo primero que debemos
hacer es repartir generosamente nuestros bienes entre sus ovejas, y lo
último dar, si fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas
ovejas. Pero el que no da sus bienes por las ovejas, ¿cómo ha de dar
por ellas su propia vida?
San Agustín, in Joanem tract 47
Mas
esto no lo hizo sólo Cristo; y sin embargo, si aquellos que lo hicieron
son miembros de su redil, El fue el único que hizo estas cosas, porque
El lo pudo hacer sin ellos, pero ellos no pudieron hacerlo sin El.
San Agustín, De verb dom. Serm 50
Sin
embargo, todos los pastores fueron buenos, no solamente porque
derramaron su sangre, sino porque la derramaron por las ovejas; pues no
la derramaron por orgullo, sino por caridad. Los mismos herejes que por
sus iniquidades y sus errores sufrieron algunos trabajos, se jactan
con el nombre del martirio, cubriéndose con esta capa para robar más
fácilmente, porque son lobos. No de todos aquellos que entregaron sus
cuerpos al martirio debe decirse que derramaron su sangre por las
ovejas, sino más bien contra las ovejas, pues dice el Apóstol: "Si
entregare mi cuerpo para ser quemado y no tuviere caridad, nada me
aprovecha" (1Co_13:3). ¿Cómo ha de tener siquiera sea una centella de
caridad, aquel que formando parte de la comunión cristiana no ama la
unidad? Recomendando el Señor esta unidad, no quiso nombrar muchos
pastores, sino uno solo, diciendo: "Yo soy el buen Pastor".
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Hablaba
además el Señor de su pasión, enseñando que había venido al mundo por
la salvación del hombre y no contra su voluntad. Después vuelve a
indicar las señales que distinguen al pastor del mercenario: "Mas el
asalariado y que no es el pastor, del que no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye".
San Gregorio, ut supra
Hay
muchos que con razón no merecen el nombre de pastor, porque prefieren
la recompensa terrestre a las ovejas. No puede llamarse pastor, sino
mercenario, aquel que apacienta las ovejas del Señor por una recompensa
pasajera y no por un amor íntimo; es mercenario el que ocupa el lugar
del pastor, pero no busca el bien de las almas, desea con ansia las
comodidades de la tierra, y se alegra con los honores de la prelacía.
San Agustín, De verb Dom. Serm 49
Busca
otra cosa en la Iglesia, no busca a Dios; pues si buscase a Dios sería
casto, porque el esposo legítimo del alma es Dios. El que busca en Dios
otra cosa fuera de Dios, no busca a Dios castamente.
San Gregorio, ut supra
Si
es pastor o mercenario, no puede conocerse con verdad si falta ocasión;
porque en tiempo de tranquilidad, lo mismo el verdadero pastor que el
mercenario están solícitos vigilando su rebaño; pero cuando viene el
lobo demuestra cada uno con qué espíritu velaba sobre el rebaño.
San Agustín, ut supra
El
lobo es el diablo y los que le siguen; porque dicho está (Mat_7:15) que
vestidos de piel de ovejas, son por dentro lobos rapaces.
San Agustín, in Joanem tract 46
He
aquí que el lobo coge a la oveja por la garganta; el diablo induce al
adulterio al alma fiel; debe rechazársele, pero rechazado, será
enemigo, pondrá asechanzas, hará tanto mal cuanto pudiere. Te callas, no
le increpas; has visto venir al lobo y has huido; permaneciste con el
cuerpo, huiste con el ánimo, porque el alma se mueve por los
sentimientos, ensanchándose con la alegría, constriñéndose por la
tristeza, marchando por el deseo y huyendo por el temor.
San Gregorio, ut supra
El
lobo se arroja también sobre las ovejas cuando un hombre injusto y
ladrón oprime a los fieles y humildes; pero el que parecía pastor y no
lo era, abandona las ovejas y huye, no atreviéndose a resistir a la
injusticia en el momento en que ve el peligro, y huye, no mudando de
lugar, sino dejando de acudir con el socorro. El mercenario no presta su
auxilio en ninguno de estos peligros, y mientras busca sus comodidades
exteriores, deja que por abandono el rebaño sufra pérdidas interiores.
"Pero el mercenario huye", etc. Una sola razón hay para que el
asalariado huya: porque es asalariado; como si dijera: no puede
mantenerse firme cuando están en peligro las ovejas el que gobierna las
ovejas, no por amor a ellas, sino por una ganancia terrenal, y por
tanto, tiembla si se expone al peligro de perder lo único que ama.
San Agustín, ut supra
Si
los Apóstoles fueron pastores y no mercenarios, ¿cómo es que huían
cuando se veían perseguidos? Siguiendo el consejo del Señor
(Mat_10:23): "Si os persiguieren, huid". Llamemos, que no faltará quien
abra.
San Agustín, Ad Honoratum epist 180
Huyan,
pues, de ciudad en ciudad, todos los siervos de Cristo, los ministros de
su palabra y de su sacramento, cuando alguno de ellos en particular es
buscado por sus perseguidores, a fin de que la Iglesia no sea
abandonada por los que no son perseguidos del mismo modo. Pero cuando
el peligro es común a todos, a obispos, a clérigos y seglares, los que
están necesitados del auxilio de otros no sean abandonados por aquellos
cuyos auxilios necesitan, o que todos pasen a sitios seguros, o que
aquellos que tienen el deber de permanecer no sean abandonados por los
que tienen el sagrado ministerio de la Iglesia. Entonces es cuando los
ministros de Cristo, a la vista de la persecución, deben huir de los
lugares en donde no han dejado un pueblo que tenga necesidad de un
ministerio, o cuando ese mismo ministerio, tan necesario, puede ser
desempeñado por otros que no tienen el mismo motivo para huir. Pero
cuando el pueblo permanece y los ministros huyen, ¿no es ésta una huida
inexcusable de pastores mercenarios que no tienen cuidado alguno de las
ovejas?
San Agustín, in Joanem tract 46
Los pastores buenos se llaman puerta, portero, pastor y ovejas; y los malos, ladrones y salteadores, asalariados, lobo.
San Agustín, De verb Dom. serm. 49
Debemos
amar al pastor, precavernos del ladrón y tolerar al mercenario. El
mercenario es útil en tanto no vea al lobo, al ladrón o al salteador,
pues apenas le ve, huye.
San Agustín, in Joanem tract 46
Ni
se llamaría mercenario si no recibiese la paga de aquel a quien sirve.
Los hijos esperan con paciencia la herencia del padre; el mercenario
desea con ansia y con presteza la retribución temporal de su trabajo. Y
sin embargo, por sus palabras unos y otros difaman la divina gloria de
Cristo; su palabra es dañosa haciendo el mal, no predicando el bien.
Coged el racimo, huid de las espinas; porque a veces el racimo que nace
de la vid está pendiente de las espinas. Así, muchos buscando en la
Iglesia bienes temporales, predican a Cristo y por ellos es oída la voz
de Cristo, y la siguen las ovejas, pero no al mercenario, sino a la voz
del pastor por medio del mercenario.
Juan 10:14-21
"Yo
soy el buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como
el Padre me conoce, así conozco yo al Padre, y pongo mi alma por mis
ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco: es
necesario que yo las traiga y oirán mi voz y será hecho un solo aprisco
y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para
volverla a tomar. No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo:
poder tengo para ponerla, y poder tengo para volverla a tomar. Este
mandamiento recibí de mi Padre". Y hubo nuevamente disensión entre los
judíos por estas palabras. Y decían muchos de ellos: "Demonio tiene y
está fuera de sí: ¿por qué le escucháis?" Otros decían: "Estas palabras
no son de endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de
los ciegos?" (vv. 14-21)
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Más
arriba el Señor dio a conocer dos clases de amos malos: uno que roba,
mata y saquea; otro que no impide el mal, dando a conocer en el uno a
los sediciosos, y confundiendo con el otro a los maestros de los judíos,
que no tenían celo alguno por las ovejas que les estaban encomendadas.
Pero Cristo se distingue de unos y de otros; de los que habían venido
para hacer daño, se distingue por estas palabras (Jua_10:10): "Yo he
venido para que tengan vida", y de los que desprecian las rapiñas de
los lobos se diferencia diciendo, "que da su vida por sus ovejas". Y
como conclusión de todo, añade (Jua_10:11): "Yo soy el buen Pastor",
pero como que ya había dicho que las ovejas oyen la voz del pastor y le
siguen, para que nadie pueda preguntarle: ¿Qué dices, pues, de los que
no creen en ti? El añade: "Y conozco a mis ovejas", etc. Que es lo
mismo que San Pablo dijo por estas palabras (Rom_11:2): "El Señor no
rechazó a su pueblo, que había predestinado".
San Gregorio, in Evang. Hom 14
Como
si dijera claramente: Yo amo a mis ovejas, y ellas, obedeciéndome, me
aman, porque el que no ama la verdad, todavía no conoce.
Teófilacto
De
aquí puedes deducir y conocer la diferencia entre el asalariado y el
pastor; pues el asalariado no conoce a las ovejas porque las visita
raras veces; mas el pastor conoce sus propias ovejas por la solicitud y
cuidado que tiene por ellas.
Crisóstomo, ut supra
Por
otra parte, para que no creas que es igual el conocimiento de Cristo y
el de las ovejas, añade en seguida: "Como el Padre me conoce, así
conozco yo al Padre", como si dijera: le conozco tan íntimamente como El
me conoce a mí. Aquí hay paridad de conocimiento; allí no. Y añade: "Y
pongo mi vida por mis ovejas".
San Gregorio, ut supra
Como
si dijera claramente: Esta es prueba de que conozco al Padre y de que
soy conocido por el Padre; que pongo mi vida por mis ovejas, esto es,
esa misma caridad con que muero por mis ovejas es un testimonio del amor
con que amo al Padre.
Crisóstomo, ut supra
Dice
esto también para enseñarnos que no es un impostor, porque también el
Apóstol cuando quiso probar contra los falsos apóstoles que él era el
verdadero maestro, sacó argumentos de los mismos peligros y de las
muertes que le habían amenazado.
Teófilacto
Los
seductores, en efecto, no expusieron su vida por las ovejas, sino que,
como mercenarios, abandonaron a aquellas que les seguían. Mas el Señor,
para que no fueran presos, dijo (Jua_18:8): "Dejad ir a éstos".
San Gregorio, ut supra
Como
que El había venido no solamente para rescatar a Judea, sino también a
la gentilidad, añade: "Tengo también otras ovejas que no son de este
aprisco".
San Agustín, De verb Dom. serm. 50
Se
dirigía al primer rebaño, que era, por la sangre, de la raza de Israel,
pero había otros rebaños que pertenecían por la fe a ese mismo Israel.
Estaban fuera, diseminados en medio de las naciones; estaban
predestinados, pero aún no estaban congregados. No son, pues, de este
rebaño, porque no son por la sangre de la raza de Israel. Pero más
tarde pertenecerán a este redil: "Es necesario que yo las traiga", etc.
Crisóstomo, ut supra
El
muestra dispersos a los unos y a los otros y sin tener pastor: "Y oirán
mi voz". ¿Por qué os admiráis cuando digo que éstos han de seguirme y
han de oír mi voz cuando veis que otros me siguen y la oyen? Después
predice la unión futura de unos y otros, diciendo: "Y será hecho un
solo aprisco", etc.
San Gregorio, ut supra
El ha hecho de dos rebaños un solo redil, reuniendo en su fe al pueblo judío y al gentil.
Teófilacto
Porque
todos tienen una misma señal, el bautismo; un solo pastor, el Verbo de
Dios. Sépanlo los maniqueos: que el Nuevo y el Antiguo Testamento no
tienen más que un solo pastor y un solo redil.
San Agustín, in Joanem tract 47
¿Qué
significan, pues, las palabras "Yo no he sido enviado sino a las ovejas
que perecieron de la casa de Israel" (Mat_15:24), sino que no
manifestó su presencia corporal más que al pueblo de Israel, no habiendo
ido El mismo a los gentiles, sino que envió?
Crisóstomo, ut supra
Esta
palabra es necesario1 no está puesta aquí como signo de fatalidad;
expresa lo que ha de suceder. Mas como ellos decían que El era distinto
del Padre, añade: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma
para volverla a tomar".
San Agustín, in Joanem tract 37
Esto
es: porque muero para resucitar. Gran importancia se da a estas
palabras: Yo pongo. Que los judíos no se gloríen. Ellos han podido
enfurecerse; si yo no hubiera querido poner mi alma, ¿qué habían de
haber hecho enfureciéndose?
Teófilacto
El Padre
ama al Hijo, no con un amor que será como el precio de la muerte que
debe sufrir por nosotros, sino porque contempla en este Hijo,
engendrado por El, su propia naturaleza, en virtud de la cual quiso
morir por nosotros.
Crisóstomo, in Joanem hom 59
O
es palabra de condescendencia, como queriendo decir: aun cuando no
hubiese otro motivo, lo que me llevó a amaros es que vosotros de tal
manera sois amados por mi Padre, que El me amaría porque doy mi vida por
vosotros. Sin embargo, no es cierto que El no fuese antes amado por su
Padre, ni que nosotros seamos la causa de este amor. El quiere
demostrar que no subió al calvario contra su voluntad. Por eso añade:
"No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo".
San Agustín, De Trin. 3, 38
En
lo cual demostró que no fue ningún pecado el que lo llevó a la muerte,
sino que fue porque quiso, cuando quiso y de la manera que quiso:
"Poder tengo para ponerla", etc.
Crisóstomo, ut supra
Como
que ellos habían confabulado muchas veces para matarle, les dice que
sin su voluntad todos sus esfuerzos serían estériles. Yo, les dice,
tengo tal poder de librar mi alma, que nadie puede quitármela contra mi
voluntad. Este poder no existe en los hombres, porque nosotros no
tenemos poder de poner nuestra alma, sino matándonos a nosotros mismos,
y sólo el Señor es quien tiene el poder de ponerla. De todo esto
podemos deducir que cuando El quiere puede tomarla, y esto es lo que
nos da a entender por estas palabras: "Y poder tengo para volverla a
tomar"; demostración irrecusable de su resurrección. Pero para que al
verlo sucumbir no pensasen que su Padre lo había abandonado, añade:
"Este mandamiento recibí de mi Padre"; esto es, de poner mi alma y
volverla a tomar. De donde podemos deducir que El no esperó esta orden
ni tuvo necesidad de saberla, sino que manifestó su marcha voluntaria, y
destruyó toda clase de sospecha de oposición por parte de su Padre.
Teófilacto
Este precepto no dice otra cosa que su concordia con su Padre.
Alcuino
No
es por la palabra por donde la Palabra recibe este mandamiento; pero
todo mandamiento está en la Palabra unigénita del Padre. Cuando se dice
que el Hijo recibe todo lo que tiene de su naturaleza, no se disminuye
el poder sino se muestra su generación. El Padre ha dado todo a su Hijo
engendrándolo, porque el Padre lo engendró perfecto.
Teófilacto
Después
de haber hablado de sí mismo cosas sublimes, manifestando la supremacía
que tiene sobre la muerte y sobre la vida, desciende luego a cosas
humildes, uniéndolo todo en admirable consorcio, a fin de que no se le
considere ni como menor que su Padre e inferior a El, ni como su
adversario; sino participando de su mismo poder y de sus mismas
determinaciones.
San Agustín, in Joanem tract 47
Por
lo que nos dice de su alma, se nos previene contra los apolinaristas,
que dicen que Cristo no tuvo alma humana, esto es, racional.
Examinemos, pues, cómo el Señor pone su alma. Cristo es a la vez Verbo y
hombre, es decir, Verbo y alma y carne. ¿Es, pues, como Verbo como
pone el alma y la vuelve a tomar? ¿Es el alma humana que como tal se
pone y se vuelve a tomar? O, por último, ¿es la carne que como carne
pone el alma y la vuelve a tomar? En el primer caso, el alma habría
estado separada algún tiempo del Verbo de Dios, porque la muerte separó
el cuerpo del alma; mas yo no digo que el alma estuviese separada del
Verbo. Si decimos que el alma misma se puso, este sentido es muy
absurdo, porque si no estaba separada del Verbo, ¿cómo había de
separarse de sí misma? La carne fue la que puso su alma y otra vez la
volvió a tomar, no por su poder, sino por el poder del Verbo que
habitaba en ella.
Alcuino
Y como la luz
resplandecía en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron, el
Evangelista añade: "Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por
estas palabras. Y decían muchos de ellos: Demonio tiene y está fuera de
sí".
Crisóstomo, ut supra
Como que las cosas que
El decía traspasaban lo humano, de aquí el que lo creyeran poseído del
demonio. Pero otros manifiestan que no lo estaba, y la prueba eran las
mismas cosas que hacía. "Otros decían: estas palabras no son de
endemoniado; ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los
ciegos?". Esto es, las mismas palabras no parecen de un poseso. Si,
pues, no os persuaden las palabras, persuadíos, al menos, por las obras.
Y como el Señor había demostrado el hecho, por eso se callaba. Además,
ellos no eran dignos de respuesta. Pero también nos enseñó a nosotros
toda mansedumbre y toda longanimidad. Ellos también se refrenaban cuando
divididos disputaban los unos contra los otros.
Notas
1. En latín oportet; en griego, δει. Verbo que indica deber, necesidad.
Hugh O’Brien-La espada de Santa Juana de Arco
Hace 1 día.
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